Hoy vengo con un descubrimiento de esos
taaan brillantes que te dan ganas de gritarlos a los cuatro vientos. Debo
reconocer que la idea surgió por una receta ajena. Alguien publicó la foto de
un “pan fit de semillas” y se veía muy tentador. No pude resistirme a esperar a
que comparta la receta y traté de imitarla según lo que mis ojos podían captar.
A simple vista se notaba que tenía huevo, y me dije: ¿por qué no reemplazar el
huevo y hacer una versión apta para todos?, y así fue. La verdad es que con
todas las restricciones alimentarias que la gente se impone, hoy por hoy, hacer
una preparación libre de gluten y de ingredientes de origen animal nos ahorra
muchas explicaciones y caras largas. Y si a eso le sumamos que no tenemos que amasar ni prender el horno, es el combo ideal.
Sin más preámbulos les cuento cómo lo
hice.
En un bol mezclé 6 cdas. de semillas de lino molidas, 1 cda. de semillas
de lino enteras, 2 cdas de semillas de girasol, 1 cda. de semillas de sésamo, 1
cda. de semillas de chía, 2 cdas. de aceite de oliva y 2 pizcas de sal. A eso
le agregué unos 125 cc de agua y lo dejé reposar 10 minutos. Pasado ese tiempo
lo mezclé y le agregué unas gotas más de agua hasta que se formó una masa con
consistencia de pasta densa (similar a un batido de budín). Lubriqué una sartén
antiadherente y con la ayuda de una cuchara mojada extendí la masa hasta cubrir
toda la superficie, dejándola de ½ cm de espesor aprox. Cociné a fuego mínimo
hasta que estuvo levemente dorada, la dí vuelta y cociné del otro lado. Lo
retiré de la sartén y lo corté al medio. Lo podés usar al instante o guardar en
la heladera hasta 5 días y tostar un poco en el momento de consumirlo.
PD: Ah!...finalmente la otra persona
compartió la receta y efectivamente tenía huevo.