No estoy muy segura acerca de cuál es la mejor época de los membrillos, algunos dicen que la recolección se da en el mes de septiembre, otros hablan del otoño, pero lo cierto es que ahora se consiguen en todos lados y muy buenos. A mí me trajeron unos enormes, recién cosechados de la quinta de la mamá de Rodolfo, mi primo político, y no pude esperar ni un segundo para empezar a hervirlos y hacer un dulce espectacular. Les cuento, y les muestro, los pasos a seguir.
Primero tenemos que lavarlos y ponerlos a hervir por unos 10 a 15 minutos. No deben cocinarse, es solo para que resulte más fácil perlarlos. Una vez pelados, les retiramos las semillas (las podemos usar para hacer jalea, pero no son necesarias para el dulce), procesamos la pulpa. La pesamos y la ponemos en una olla con el mismo peso en azúcar. Para un kilo de pulpa, agregamos un vaso de agua, y empezamos a cocinar. El dulce tiende a pegarse, por lo que vamos a tener que revolver con cuchara de madera en forma constante (sí, un embole, pero vale la pena).
Con el correr de los minutos, se va a ir poniendo más denso y va a tornarse cada vez más oscuro.
Es importante no pasarse de punto de cocción porque puede quedar demasiado duro. Cuando vemos que al pasar la cuchara se ve el fondo del recipiente, ya es hora de apagar el fuego. Lo pasamos a un recipiente apto para el calor y lo dejamos enfriar, después se puede desmoldar. Si te llegara a quedar muy consistente, no desesperes, lo mezclás con un poco de agua, lo disolvés al fuego unos minutos y asunto arreglado.
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