Lamentablemente
en nuestro país es muy bajo el porcentaje de consumo de pescado, y no es porque
escasee, solo se trata de falta de costumbre, o más bien, de cultura. Podría
estar horas hablando sobre este tema, y
seguramente en breve les compartiré mi opinión, pero hoy solo voy a dejarles
una receta para que prueben una forma distinta de consumir pescado, dejando de
lado el ceviche, el sushi o el típico filet de merluza a la romana.
Elegí
lenguado porque lo conseguí súper fresco, en el barrio chino, y a un excelente
precio. El lenguado tiene la ventaja de ser muy magro, como la mayoría de los
pescados blancos, y de sabor sumamente suave. La única contra es que se puede
secar demasiado si se pasa de cocción, por eso es muy común consumirlo crudo
(en ceviches o tiraditos) o acompañado de alguna salsa (“lenguado al roquefort",
plato típico de cantina). Yo decidí “ensemillarlo”, o sea, empanarlo con
semillas, lo cual le aporta muchísimo sabor, nutrientes, y mantiene la humedad
al cocinarlo. El procedimiento es igual que cuando empanamos milanesas,
simplemente reemplacé el pan rallado por una mezcla de semillas de sésamo,
girasol y lino (previamente molidas o machacadas) con un poco de avena
arrollada (las proporciones son a gusto). Si no te animás a tanta cantidad de
fibra junta podés bajar la dosis de semillas y usar un poco de pan rallado.
Pasás los filets por huevo o clara sola (condimentado con sal y pimienta),
después por la mezcla de semillas y los ponés en una placa con rocío vegetal.
Cocinás en horno fuerte hasta que estén bien dorados. Quedan muuuuy crocantes y
con ese sabor increíble que le aportan las semillas tostadas. Aunque no seas
muy amante del pescado, tenés que probar esta receta, ¿dale?.
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