En el
barrio de Nuñez, más precisamente en Udaondo y Av. Libertador, está ubicado “Galidón”.
Es uno de esos restaurants que siempre que paso digo: “…algún día tenemos que
venir…”, pero ese día nunca llega, hasta hace un par de semanas que decidí reservar una mesa y probar. El cartel de su
frente lo anuncia como “grill, pasta & fish” (parrilla, pasta y pescado),
pero la realidad es que el 90% de los clientes piden parrilla, y después de mi experiencia
entendí el porqué. Éramos tres y pedimos un plato cada uno, sin entradas,
porque, a juzgar por el tamaño de las parrilladas de las mesas vecinas, creímos
que los platos serían muy abundantes, cosa que fue relativa, son porciones
justas para uno, yo diría “demasiado” justas. Comimos una ensalada de pollo,
tomate, rúcula, aceitunas negras y tomates secos ($52, rica pero escueta), un
wok de pollo, con vegetales y fideos
($55, pasable) y sorrentinos de calabaza con salsa caprese ($59, ricos, pero
con demasiado tomate y pocos boconccinos).
Como todavía quedaba espacio en nuestros estómagos decidimos probar la tarta tibia de manzana con helado y frutos rojos ($37, pequeña, masa blanda y rara).
El cubierto sale $13 y no se justifica, una panera completa pero tradicional y una crema muy fea para untar. Ah!, otro punto en contra, me ofrecieron aceto y oliva para la ensalada, pero el aceite que me trajeron era de girasol y cuando se lo dije al mozo me contestó que era el único que tenían. La atención es buena, pero no alcanza para superar la mediocridad que prima en el resto de los aspectos. Definitivamente yo no vuelvo, pero si por esas cosas de la vida te toca visitarlo, optá por la parrilla, parece que es lo único que los mantiene en pie.
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