Y
finalmente llegamos al “Edén”, Jericoacoara. Sé que éste es un espacio dedicado
a la gastronomía, pero permítanme tomarme una pequeña licencia y contarles un
poco a cerca de este increíble lugar, al que espero volver en un futuro no muy
lejano.
Después de
viajar unos 300 km., desde Fortaleza hasta el pueblo de Jijoca, bajamos
del micro para subirnos a una especie de “jardinera” (una camioneta abierta)
que, después de un recorrido de una hora entre ripio, médanos y playa, nos dejó
en Jericoacoara, una aldea de pescadores en la cual el tiempo parece haberse
detenido hace siglos. No hay energía eléctrica en las calles, solo las luces de
los negocios, que fueron construídos sobre la arena misma, con lo cual no es
raro ver a un camarero o vendedor trabajar descalzo. Al estar muy cerquita del
Ecuador hay 12 horas de sol y 12 de luna, amanece a las 5:45 y el sol comienza
a caer a las 17:45, así que a las 6 de la tarde ya es de noche, lo cual hace
que uno termine perdiendo la noción del tiempo. Eso, sumado al paisaje y la
calidez de los lugareños, es más que suficiente para olvidarse de todo y
sumergirse una especie de sueño de magia y aventuras del que uno no quiere despertar
jamás.
Cuando
hablo de “calidez” humana, me refiero a que, si bien la aldea está alejada
totalmente de la “civilización”, y ellos podrían aprovecharse de eso para
monopolizar precios y cobrar tarifas elevadas, no lo hacen, y además se
preocupan porque uno se sienta como en casa. Todos saludan a todos, siempre
están atentos a tus necesidades, ya sea que estés perdido o que estés buscando
transporte para alguna excursión (ojo!, te lo ofrecen, pero no te cargosean).
El ambiente es súper sano en todos los sentidos, hay muy pocos insectos, hace
calor, pero no agobia, porque no hay humedad!!!....Y si de seguridad hablamos,
es ideal, podés dejar tus cosas en la playa e irte a nadar al mar con plena
tranquilidad, por las noches no vimos ningún sujeto extraño en situación
sospechosa y la movida es bastante tranquila.
Conclusión, es un destino que tenés que agregar a tu itinerario, te juro
que no te vas a arrepentir. Ah!...y cuando vayas no olvides ver la puesta de
sol, ya sea desde la playa o sobre una duna, es un espectáculo inolvidable.
Ahora sí,
llegó la hora de comer!
Los platos
son muy similares a los de Fortaleza, mucho pescado, marisco y pollo,
preparado, de diferentes formas y todas con un toque de sabor especial.
Fuimos dos
veces al restaurant “Sapao”, y las dos experiencias fueron excelentes. Las
mesas son al aire libre y están iluminadas por velas. Todas las noches hay
algún cantante que acompaña la cena con su música. La primera vez comimos pollo
con queso catupiry. Eran trocitos de pollo salteados con verduras y gratinados
con el queso que le aportó una cremosidad perfecta al plato. De guarnición una
ensalada mixta, que de yapa trajo un montón de aceitunas. Tomamos dos latas de
guaraná y gastamos R44, con propina y todo.
La segunda
vez nos jugamos un poco más y comimos langosta, una grillada y otra con salsa
blanca. Ambas divinas, la grillada con el punto de cocción justo y la otra, con
una salsa riquísima, muuuuy sabrosa. Ese día tomamos cerveza y pagando derecho
a show, gastamos R68.
Otra noche
fuimos a Na Casa Dela, un restaurant hermoso, con muchos detalles y muy
acogedor. Acá nos trajeron unas croquetas de mandioca como aperitivo, y unos
“brigadeiros” (bombones de chocolate y leche condensada) de cortesía al pedir
la cuenta. Es en el único lugar que hacen esa atención, por eso es que en
ningún lado cobran cubierto. Comimos moqueca de raya, que es una preparación a
base de cebolla, morrón, tomate, leche de coco y aceite de dendé, exquisita. En
este caso no voy a poner foto de la comida porque salió muy movida, pero sí del
lugar para que nos envidien un poquito.
También
fuimos a “Marisol” un comedor familiar, menos turístico, pero no por ello de
menor calidad. Esta fui la única vez que comimos carne vacuna. Pedimos “carne
de sol”, que no es ni más ni menos que una carne que fue secada al sol y que
luego se rehidrata y se cocina con alguna verdurita y/o salsa especial. En este
caso, si bien la carne estaba muy rica, en mi opinión, la estrella de la mesa
fue el “baião de dois” que sirvieron como acompañamiento. El baião normalmente
consta de arroz y porotos, pero en este caso pudimos probar la versión más
sofisticada que resultó deliciosa. El arroz y los porotos parecían estar
cocinados juntos, y tenían trocitos de cebolla y pimiento verde, un poco de
cilantro y queso derretido. Sé que suena raro pero les aseguro que no podía
parar de comerlo, nunca imaginé que esa simple combinación pudiera ser tan pero
tan rica. Esa noche gastamos R40 y no pudimos terminar el plato.
También
comimos sandwichs y hamburguesas por un promedio de entre R11 y R12.
Aquí merece una mención aparte el Açaí na
tigela. Para quienes nunca escucharon esto les cuento que el açaí es el fruto
de una palmera de la zona del Amazonas que tiene muchas propiedades nutritivas
y hace unos años que está bastante de moda para consumir en jugos, dulces,
batidos, helados, etc… Cuando te ofrecen el Açaí Na tigela (que significa: açaí
en tazón), están hablando de la pulpa del fruto congelada, que la procesan con
jarabe de guaraná (para darle un poco de dulzor y cremosidad), acompañada por
banana y granola. La verdad es que la fruta, a pesar de su color violáceo tan
llamativo, en sí no tiene demasiado sabor, es un poco amaderado y de textura
levemente astringente, pero mezclado con la banana, la granola y un poco de
miel, resulta un poco más interesante y una opción más para un desayuno o almuerzo
energético y saludable.
Si estás de paseo podés tentarte y comprar algo de fruta fresca en algún mercadito.
Para ir
terminando hablemos un poco de la bebida. Al igual que en resto de Brasil, si
de alcohol se trata, lo que más se toma
es cerveza y caipirinha. Cerveza hay en todos lados, barata y siempre helada.
Para tomar caipirinha se puede optar por alguno de los puestitos de la playa,
donde el vaso bien servido y con cachaça a elección sale R4, o darse una por el
“Bar Dumundu” y tomarse una “caipirão”,
casi un litro de caipirinha, por R10. En este simpático, con barras sobre y
banquitos sobre la vereda, te vas a encontrar con gente de todo el mundo
(imagino que de ahí proviene el nombre) y si te animás con un par de idiomas
seguro podés ternminar de gran charla con alguno de los personajes que lo
frecuentan.
Podría
estar días escribiendo sobre Jericoacoara, pero la realidad es nada alcanzaría
para describir la sensación de paz y plenitud que te invade cuando estás en
lugar así, solo les digo que traten de ir a conocerlo lo antes posible, antes
de que el fanatismo de cierto tipo turismo irresponsable lo termine
corrompiendo.
¡¡ MUY INTERESANTE TU BLOG ¡¡¡ TE FELICITO , DE A POCO LO RECORRERÉ TODO, BUSCABA LA DIFERENCIA ENTRE SALMÓN ROSADO Y BLANCO.
ResponderEliminarSRA. ANA
Muchisimas gracias....muy interesante!
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