Sabino es
uno de esos lugares que promete mucho pero queda en el intento. La ambientación
es muy bonita, predomina la madera, aunque parece más bien una cabaña del sur,
más que una taberna tipo Vasca, que es como se presentan. En la carta hay una
gran variedad de pintxos (que serían las tapas para los madrileños), sandwichs,
ensaladas y algunos platos elaborados. Al leer el menú, todo suena muy
tentador, pero cuando llega a la mesa las expectativas se cubren a medias, y
por el precio que cobran, no invita a volver.
Para
empezar pedimos dos pintxos, uno de cordero braseado y uno de pollo al puerro.
Ambos eran una especie de “guisado” servido sobre una tostada. El de cordero
($28), estaba casi incomible por el sabor fuerte de la carne, incluso tenía
aroma como a establo. El de pollo ($26) estaba muy rico, aunque no dejaba de
ser un poco de pollo con puerro y crema.
Por las
dudas no nos arriesgamos a pedir postre.
La copa de
vino más barata está $38, una exageración; y cuando consulté si tenían sidra la
camarera me respondió: “…no estoy segura si queda, pero igual la que teníamos
era de manzana…”, ¿?. La atención fue buena, pero ese tipo de ignorancia en un
restaurant que cobra esos precios es totalmente inaceptable.
Les paso
la dirección para que si un día pasan por la puerta, sigan de largo…Sabino está en
Baez 401 (esquina Chenaut), Las Cañitas.
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