La palabra
“biscotti” proviene del latín “biscoctus”, que siginifica dos veces cocido, y
justamente se les llama así a estas pequeñas delicias porque su preparación
requiere de una doble cocción. En realidad en Italia se las conoce como
Cantuccini, ya que biscotti es un término más genérico. En fin, sea como sea,
hay muchísimas recetas de este clásico italiano, la mayoría llevan almendras y
alguna especia, como anís o canela, pero admite muchas variantes, así que yo
les doy la idea y se las dejo a criterio de su imaginación para que creen su
propia versión.
Para
empezar hay que mezclar 2 huevos con 1/3 vaso de vino espirituoso (en Italia
usan el “vinsanto”, que es un vino de postre, pero podemos reemplazarlo por
moscato, oporto, mistela o marsala), ralladura de naranja y una pizca de
canela. Aparte, mezclar 300 grs de harina con 1 cdita. de polvo leudante, 150
grs. de azúcar y 150 grs. de fruta seca picada (almendras, nueces, avellanas,
castañas, etc…). Incorporar ambas mezclas, tomar la masa y formar tres
cilindros. Colocarlos en una placa enmantecada y enharinada y cocinar en horno
medio por 20 a 25 minutos, hasta que estén levemente dorados. Retirar y dejar
enfriar.
Para terminar, cortar rodajas finas y acomodar en una placa limpia.
Poner el horno al mínimo y dejarlas secar hasta que estén crocantes. Te
recomiendo hacer mucha cantidad porque guardados en recipientes herméticos
duran muchísimos meses.
Dato: para
que las rodajas queden parejas y no se rompan, podés poner los cilindros ya
cocidos un rato en el freezer antes de cortarlos.
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