Si hay una
frase que no me canso de decir es: “…yo no creo en las casualidades, sí en las
causalidades…”, y cada día la noto más cierta. El sábado, un conocido “bloggero”
gastronómico, recomendó una página web donde reseñaban una experiencia muy
tentadora en la parrilla del Club Ferroviario, ubicado detrás del estadio de
Vélez. Después de leer la nota me dije que era raro que mi padrino nunca lo
haya mencionado, siendo que es socio
vitalicio de Vélez, y que nació, se crió y sigue viviendo en su amado Liniers.
Esto hizo que mi curiosidad aumentara, y obviamente que lo sumara a mi lista de
próximas visitas, aunque el destino hizo lo suyo y la visita fue más próxima de
lo esperado. El mismo sábado fuimos a visitar a un amigo a una Clínica en
Ciudadela, y cuando salimos, ya en horario de cena, decidimos que no había
tiempo de cocinar así que emprendimos la vuelta camino a “Cumaná”. Apenas
cruzamos la General Paz nos dimos cuenta que el Club Ferroviario estaba muy
cerca, y a mí se me ocurrió pasar para “ver qué onda”, a lo cual mi madre dijo:
“…con la hora que es, si vamos, es para quedarnos…”, y nadie se negó. Así que
después de un par de vueltas, llegamos a un estacionamiento debajo de la
autopista con un placa en la que apenas se leía algo relacionado a los
ferroviarios, pero de donde emanaba un aroma a asado increíble, y sí, no había
dudas, habíamos llegado. Yo sabía que el asunto requería una reserva previa,
que no teníamos, pero me acerqué a la recepcionista a consultar y me dijo que
nos anotaba en una lista pero no sabía de cuánto era la demora. El sistema es
simple, los que van si reserva dependen de la rapidez de los que están comiendo
o de que se “caiga” alguna reserva, y otra vez el destino se metió e hizo, que
después de una media hora, fallaran unos comensales y nos sentaran a nosotros
en su lugar. El restaurant del club tiene un sector al aire libre (ahí nos
tocó) donde está la parrilla, y un salón enooorme adentro.
El ambiente es súper familiar y hay gente de
todo tipo ($ y $$$$$), no sé si explico. La carta es muy completa (en
“tripadvisor” hay fotos de la carta con los precios actuales) y para que no
crean que me olvidé de los vegetarianos y veganos, les cuento que hay pastas
(desde $45) y ensaladas especiales de
todo tipo (desde $50). Nosotros éramos 3 y pedimos una provoleta de entrada
($50, perfecta!, enorme y bien crujiente),
y como principales elegimos media
porción de vacío ($75, sí, lo que ven en la foto es media porción y comen 2 o 3
tranquilamente, en el punto solicitado, increíble)
y media de cordero ($80, con
ésta comen 2 y no 3 porque tiene hueso, pero también estaba muuuy buena).
Acompañamos con una ensalada de rúcula y zanahoria ($30, muy fresca, pero un
poco pequeña para el precio, aunque como habrán visto el cordero ya venía con su propia guarnición). Tomamos un Finca Flichman malbec Roble ($45) y un
agua mineral de 2 lts ($20, sí, leyeron bien, veinte pesos!!!!). Obviamente
sobró comida y no llegamos al postre, pero por lo que vimos todas las porciones
son XXL y los precios XXS. Otro detalle,
no cobran cubierto y el pan estaba crocantísimo, lo cual es raro a esa hora de
la noche.
La atención muy buena, y los platos no tienen demora.
Por favor
cuando decidan ir no dejen de llamar para reservar y de mirar el mapa antes de salir
a la calle. Abren de martes a domingos, mediodía y noche, están en Reservistas
Argentinos 219, el teléfono es 4644-2360 y solo aceptan efectivo.
Muy buena descripción!! Yo voy casi todos los meses hace tiempo y no hay vez que salga feli de vivir en el país del asado!! Gracias ferroviario!!
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