jueves, 19 de marzo de 2015

San Juan y sus tesoros (parte 1)

Cuando nos hablan de San juan lo primero que se nos viene a la mente es “El Valle de la Luna”, y si bien éste es un lugar increíble, lleno de figuras y colores que parecen irreales, San juan tiene mil y un tesoros más que, lamentablemente, están muy poco difundidos.

Lo primero que quiero destacar es la calidez y amabilidad de su gente, son humildes, atentos y muy educados.  La ciudad (San Juan Capital) no es muy grande pero sí bastante moderna, ya que después del terrible terremoto que sufrió en 1944, tuvo que ser reconstruída desde cero. Podría contarles mucho acerca de esto, pero lo mejor es que visiten San Juan y se den una vuelta por el “Museo de la memoria Urbana”, en el que, además de fotos y reseñas sobre lo ocurrido en 1944, hay un simulador en el cual podés sentir los movimientos como si estuvieras en pleno terremoto.
Dentro del perímetro urbano hay varios lugares por visitar: la casa de Sarmiento, el Parque 25 de Mayo, el convento Santo Domingo, y hasta el club Sirio Libanés, al cual entramos para averiguar sobre su restaurant y recibimos de yapa un paseo guiado por el club, que se destaca por su arquitectura morisca, digno de ver!



Yo no soy muy amante de los museos y la historia, me gusta más vivir el presente y conectarme con la cultura actual de los lugares a los que viajo, por eso en cuanto llegué puse toda mi atención en encontrar ese punto de conexión con “los lugareños” y tuve la suerte de que al otro día de haber aterrizado había una feria de productores locales que ofrecían todo tipo de comestibles y bebidas de sus propias fincas, obviamente, allá fuimos! En el afán por llevarme todo, no hice a tiempo de sacar fotos, pero acá hay una pequeña muestra de lo que compré: condimentos, pasas de uva, ciruelas secas, aceite de oliva aceitunas griegas, dulces; también había conservas saladas, frutas y verduras frescas, vinos, miel,  y mil cosas riquísimas, naturales y muuuy baratas. 

Los porteños deberíamos aprender un poco de ellos, ya que acá vas a una feria orgánica y te sacan la cabeza con los precios, poniendo como excusa el hecho de que todo es “natural y artesanal”, bueno, allá es al revés, al no haber intermediarios, el precio final es bajísimo, lógica pura!. También compramos muchas cosas en fruterías de la ciudad, y en todas nos redondeaban el peso para arriba, en una  de ellas compré un melón (menos de $10 el kilo) y me regalaron casi 1 kg de uvas solo para que conociera el sabor de la uva sanjuanina.
Siguiendo con la temática de las uvas les cuento que me sorprendió la gran cantidad de Bodegas que encontramos en los alrededores dela ciudad, algunas de ellas grandes y conocidas, como Graffingna, Callia o La Guarda, y otras más pequeñas y artesanales en las cuales me quiero detener.    La primer bodega que visitamos fue “Merced del Estero”, en las afueras de la ciudad, camino al dique Ullum (otro lindo lugar para conocer). Fuimos recibidos por su dueña quien, después de una visita por las instalaciones y una excelente explicación sobre el proceso de producción, nos invitó a pasar a la sala de degustación donde tuvimos el privilegio de probar el vino  Mil Vientos, en sus varietales torrontés, malbec y cabernet sauvignon, de su línea joven. 

Todos súper aromáticos y muy amables al paladar, aunque el Malbec fue el que más nos sorprendió, muy intenso el aroma y el sabor  a frutas rojas, ideal para quienes no somos amantes de los vinos con mucha madera, algo diferente que vale la pena probar (obviamente nos trajimos una botella, aunque se puede conseguir en Bs As en una vinoteca de Devoto).
También visitamos dos bodegas orgánicas: la champañera “Miguel Más” (sobre la ruta 40, camino a Mendoza) y “Fabril Alto Verde” (sobre la misma ruta, unos kms más lejos que la anterior). La champañera es un emprendimiento familiar donde todo se hace a mano y la producción es tan reducida que sus vinos solo se pueden adquirir en la misma bodega. Américo, el encargado de explicarnos el proceso desde la recolección de la uva, hasta el etiquetado de la botella, retiró una botella del freezer y pasó en ese mismo momento a realizar el proceso de degüello, donde al destapar, sale literlamente “disparado” el tapón de hielo acumulado en el cuello de la botella, y con él, todas las impurezas .

Una vez “degollado”, hicimos una primera cata del espumante, y luego, agregando en distintas medidas el licor de expedición, de la misma botella probamos dos variedades más (semi dulce y dulce). Excelente!

En “Fabril Alto Verde” producen vinos orgánicos, tienen una línea con etiquetas en castellano para la venta local, y otras líneas en diferente idioma para la exportación que realizan a varios países del mundo. Acá probamos 6 vinos (yo probé los 6, mis compañeros de ruta estuvieron más discretos, ya que veníamos de la champañera, lo cual no me intimidó en lo más mínimo). Todos los vinos son muy equilibrados, y ricos, obviamente, pero lo que más nos llamó la atención fue el espumante, que viene presentado en botella tradicional y con tapa a rosca, y aún así conserva todas las cualidades de su tipo, un gran y delicioso descubrimiento, del cual también nos trajimos una botella, además de un Torrontés que aún no tuvimos la oportunidad de probar.


Como broche de oro de nuestro viaje decidimos ir hasta la bodega “El Milagro”, en la localidad de Albardón, a unos 6 kms de la ciudad. Y cuando llegamos nos dimos cuenta de lo bien que hicimos en dejarla para el final, realmente es la joyita de San Juan. El proceso es completamente artesanal, sus trabajadores son gente muy humilde, pero así y todo se las arreglan para organizar eventos  (y con ello sumar algo de ingresos, ya que no son muchos los que provienen de la venta de vinos) y ofrecer sus viñedos para grabar programas de TV solo a cambio de algo de publicidad. Nos recibieron como si fuéramos de la casa y sin tener ningún tipo de tour o visita organizada nos mostraron todo, absolutamente todo lo que hacen para obtener los vinos. 

En una salita que haces las veces de cava había un hombre bastante mayor poniendo las etiquetas de los vinos, una por una y sin ningún tipo de máquina que lo ayude, más que el propio pulso de sus manos. En “El Milagro” pude descubrir como las uvas, al quedar al sol por determinado tiempo, terminan convirtiéndose en pasas naturalmente, y les juro que las probé y son las mejores pasas que comí en mi vida!. Miren atentamente la foto y van a ver las pasas que comienzan a formarse...

Hacen vinos tintos y blancos, y en ambos casos puede ser tradicional (ellos le llaman “seco”) o dulce, el tinto dulce es la perdición hecha vino, y nos les puedo explicar con palabras lo que es el moscatel. Los precios son desopilantes (de $35 a $45 la botella). Si no los comprás ahí podés llamar por teléfono y te los envían a Paternal por un flete muy económico.
De la visita a Graffigna mucho no les voy a contar, pero la recomiendo para aquellos que quieren conocer un poco de la historia del surgimiento de la vitivinicultura en nuestro país, ya que tiene un museo muy interesante con artefactos y maquinarias antiquísimas, a lo cual suman un video explicativo muy bien logrado.

Como conclusión les digo que estos es solo una milésima parte de todo lo que San Juan puede ofrecer en materia de vinos, creo que está muy subestimada respecto de otras provincias (sin desmerecer a sus vecinas) y vale la pena darse una vuelta conocer, aprender y disfrutar. En la próxima entrada les cuento todo sobre las olivas y su aceite.

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