Cuando nos
hablan de San juan lo primero que se nos viene a la mente es “El Valle de la
Luna”, y si bien éste es un lugar increíble, lleno de figuras y colores que
parecen irreales, San juan tiene mil y un tesoros más que, lamentablemente,
están muy poco difundidos.
Lo primero
que quiero destacar es la calidez y amabilidad de su gente, son humildes,
atentos y muy educados. La ciudad (San
Juan Capital) no es muy grande pero sí bastante moderna, ya que después del
terrible terremoto que sufrió en 1944, tuvo que ser reconstruída desde cero.
Podría contarles mucho acerca de esto, pero lo mejor es que visiten San Juan y
se den una vuelta por el “Museo de la memoria Urbana”, en el que, además de
fotos y reseñas sobre lo ocurrido en 1944, hay un simulador en el cual podés
sentir los movimientos como si estuvieras en pleno terremoto.
Dentro del
perímetro urbano hay varios lugares por visitar: la casa de Sarmiento, el
Parque 25 de Mayo, el convento Santo Domingo, y hasta el club Sirio Libanés, al
cual entramos para averiguar sobre su restaurant y recibimos de yapa un paseo
guiado por el club, que se destaca por su arquitectura morisca, digno de ver!
Yo no soy
muy amante de los museos y la historia, me gusta más vivir el presente y
conectarme con la cultura actual de los lugares a los que viajo, por eso en
cuanto llegué puse toda mi atención en encontrar ese punto de conexión con “los
lugareños” y tuve la suerte de que al otro día de haber aterrizado había una
feria de productores locales que ofrecían todo tipo de comestibles y bebidas de
sus propias fincas, obviamente, allá fuimos! En el afán por llevarme todo, no
hice a tiempo de sacar fotos, pero acá hay una pequeña muestra de lo que
compré: condimentos, pasas de uva, ciruelas secas, aceite de oliva aceitunas
griegas, dulces; también había conservas saladas, frutas y verduras frescas,
vinos, miel, y mil cosas riquísimas,
naturales y muuuy baratas.
Los porteños deberíamos aprender un poco de ellos,
ya que acá vas a una feria orgánica y te sacan la cabeza con los precios,
poniendo como excusa el hecho de que todo es “natural y artesanal”, bueno, allá
es al revés, al no haber intermediarios, el precio final es bajísimo, lógica
pura!. También compramos muchas cosas en fruterías de la ciudad, y en todas nos
redondeaban el peso para arriba, en una
de ellas compré un melón (menos de $10 el kilo) y me regalaron casi 1 kg
de uvas solo para que conociera el sabor de la uva sanjuanina.
Siguiendo
con la temática de las uvas les cuento que me sorprendió la gran cantidad de
Bodegas que encontramos en los alrededores dela ciudad, algunas de ellas
grandes y conocidas, como Graffingna, Callia o La Guarda, y otras más pequeñas
y artesanales en las cuales me quiero detener. La primer bodega que visitamos fue “Merced
del Estero”, en las afueras de la ciudad, camino al dique Ullum (otro lindo
lugar para conocer). Fuimos recibidos por su dueña quien, después de una visita
por las instalaciones y una excelente explicación sobre el proceso de
producción, nos invitó a pasar a la sala de degustación donde tuvimos el
privilegio de probar el vino Mil
Vientos, en sus varietales torrontés, malbec y cabernet sauvignon, de su línea
joven.
Todos súper aromáticos y muy amables al paladar, aunque el Malbec fue el
que más nos sorprendió, muy intenso el aroma y el sabor a frutas rojas, ideal para quienes no somos
amantes de los vinos con mucha madera, algo diferente que vale la pena probar
(obviamente nos trajimos una botella, aunque se puede conseguir en Bs As en una
vinoteca de Devoto).
También
visitamos dos bodegas orgánicas: la champañera “Miguel Más” (sobre la ruta 40,
camino a Mendoza) y “Fabril Alto Verde” (sobre la misma ruta, unos kms más
lejos que la anterior). La champañera es un emprendimiento familiar donde todo
se hace a mano y la producción es tan reducida que sus vinos solo se pueden
adquirir en la misma bodega. Américo, el encargado de explicarnos el proceso
desde la recolección de la uva, hasta el etiquetado de la botella, retiró una
botella del freezer y pasó en ese mismo momento a realizar el proceso de
degüello, donde al destapar, sale literlamente “disparado” el tapón de hielo
acumulado en el cuello de la botella, y con él, todas las impurezas .
Una vez
“degollado”, hicimos una primera cata del espumante, y luego, agregando en
distintas medidas el licor de expedición, de la misma botella probamos dos
variedades más (semi dulce y dulce). Excelente!
En “Fabril Alto Verde” producen
vinos orgánicos, tienen una línea con etiquetas en castellano para la venta
local, y otras líneas en diferente idioma para la exportación que realizan a
varios países del mundo. Acá probamos 6 vinos (yo probé los 6, mis compañeros
de ruta estuvieron más discretos, ya que veníamos de la champañera, lo cual no
me intimidó en lo más mínimo). Todos los vinos son muy equilibrados, y ricos,
obviamente, pero lo que más nos llamó la atención fue el espumante, que viene
presentado en botella tradicional y con tapa a rosca, y aún así conserva todas
las cualidades de su tipo, un gran y delicioso descubrimiento, del cual también
nos trajimos una botella, además de un Torrontés que aún no tuvimos la
oportunidad de probar.
Como broche
de oro de nuestro viaje decidimos ir hasta la bodega “El Milagro”, en la
localidad de Albardón, a unos 6 kms de la ciudad. Y cuando llegamos nos dimos
cuenta de lo bien que hicimos en dejarla para el final, realmente es la joyita
de San Juan. El proceso es completamente artesanal, sus trabajadores son gente
muy humilde, pero así y todo se las arreglan para organizar eventos (y con ello sumar algo de ingresos, ya que no
son muchos los que provienen de la venta de vinos) y ofrecer sus viñedos para
grabar programas de TV solo a cambio de algo de publicidad. Nos recibieron como
si fuéramos de la casa y sin tener ningún tipo de tour o visita organizada nos
mostraron todo, absolutamente todo lo que hacen para obtener los vinos.
En una
salita que haces las veces de cava había un hombre bastante mayor poniendo las
etiquetas de los vinos, una por una y sin ningún tipo de máquina que lo ayude,
más que el propio pulso de sus manos. En “El Milagro” pude descubrir como las
uvas, al quedar al sol por determinado tiempo, terminan convirtiéndose en pasas
naturalmente, y les juro que las probé y son las mejores pasas que comí en mi
vida!. Miren atentamente la foto y van a ver las pasas que comienzan a formarse...
Hacen vinos tintos y blancos, y en ambos casos puede ser tradicional
(ellos le llaman “seco”) o dulce, el tinto dulce es la perdición hecha vino, y
nos les puedo explicar con palabras lo que es el moscatel. Los precios son
desopilantes (de $35 a $45 la botella). Si no los comprás ahí podés llamar por
teléfono y te los envían a Paternal por un flete muy económico.
De la
visita a Graffigna mucho no les voy a contar, pero la recomiendo para aquellos
que quieren conocer un poco de la historia del surgimiento de la
vitivinicultura en nuestro país, ya que tiene un museo muy interesante con
artefactos y maquinarias antiquísimas, a lo cual suman un video explicativo muy
bien logrado.
Como
conclusión les digo que estos es solo una milésima parte de todo lo que San
Juan puede ofrecer en materia de vinos, creo que está muy subestimada respecto
de otras provincias (sin desmerecer a sus vecinas) y vale la pena darse una
vuelta conocer, aprender y disfrutar. En la próxima entrada les cuento todo
sobre las olivas y su aceite.
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