Y sí, en esta época del año los
platos de olla son los más tentadores. Para salir un poco de la rutina del
guiso de lentejas, la polenta y el puchero, decidí irme un poco para el lado de
medio oriente, y más precisamente Marruecos, donde los garbanzos, las especias
y las frutas disecadas son moneda corriente. No seguí una receta en particular,
simplemente cerré los ojos, me imaginé un mercado marroquí y dejé que sus
imágenes y aromas guíen mis manos. Afortunadamente el resultado final fue
delicioso.
Para empezar rehogué ajo, cebolla,
zanahoria, morrón y tomates sin piel y sin semillas, todo picado groseramente. Cuando
todos estuvo bien sudado, agregué un poco de extracto de tomate (o kétchup,
sí!...no es un pecado y queda perfecto!) , garbanzos ya cocidos y cubrí con
agua (los garbanzos pueden estar remojados y cocinarse en esa misma olla con
los vegetales). Condimenté con sal y un par de cucharadas generosas de masala
(o baharat o cualquier mezcla de especias que te guste, ideal que tenga comino,
canela y clavo). Ahí mismo sumé unos orejones de damasco previamente remojados
y picados, y unas pasas de uva. Tapé y dejé cocinar por 1 y ½ hora, hasta que
todos los sabores se concentraron y la preparación espesó y quedo “cremosa”. Unos
20 minutos antes de terminar la cocción agrgué cubos de zuchini. El tiempo de
cocción es relativo, cuanto más tiempo, más espeso y más sabroso, obviamente.
Yo lo acompañé con cous cous, pero
combina muy bien con cualquier grano o cereal de tu preferencia.
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