martes, 7 de febrero de 2012

Helado casero de fruta, 100% natural

Lo que les voy a contar es algo muy novedoso, al menos para mí. Una vez ví a una cocinera en la tele que procesaba una banana congelada y obtenía un helado súper cremoso, que, a la vista, resultaba más que tentador. Obviamente salí corriendo a poner una banana en el freezer y al otro día hice la prueba, realmente fue algo mágico. Durante este último tiempo lo fui haciendo con diferentes frutas, y con todas quedó igual de cremoso y rico. Lo que tenés que hacer es muy simple: pelar y cortar la fruta (en trozos chicos), colocarla en el freezer, en bolsa o recipiente hermético y esperar a que se congele. En el momento en que vayas a querer comer el helado, la sacás y la ponés directo en la licuadora, procesadora o mixer, y accionás la máquina. Al principio tal vez le cuesta un poco, pero en unos segundos vas a ver cómo se forma el helado. Creo que es el sueño de muchos, un helado con todo el sabor y las propiedades de las frutas, 0% grasa, 0% azúcar, 100% natural.
Si lo querés endulzar no uses azúcar (porque se volvería líquido), usá miel o edulcorante. Y si te gusta más “potente”, le podés agregar yogur en el momento de procesar la fruta.
El que ves en la foto es de banana por un lado, y ciruela y mango por el otro.

lunes, 6 de febrero de 2012

Chocolate "Águila" a mitad de precio

Sí, así tal cual lo leés. En “Doña Clara” (Av. Corrientes 2561), vas a encontrar todo lo que se ocurra del mundo de la repostería y la pastelería (materias primas, moldes, utensilios, máquinas, etc…) aunque a precios no demasiado accesibles. Pero hay una excepción: el chocolate de taza “Águila”. La misma tableta de 150 grs. que en cualquier otro lado sale entre $10 y $11, acá la venden a $4,95 ($33 el kilo), y si comprás el kilo completo te sale a $29,75, una verdadera “ganga”. La única diferencia es el packaging, que en lugar de ser el típico papel rosa, es una bolsita de plástico, lo cual para mí es una ventaja porque me permite ver lo que realmente hay adentro…mirá…

jueves, 2 de febrero de 2012

Flan de dulce de leche, más cremoso imposible...

Esta vez no voy a hacer ningún preámbulo sobre la receta porque no lo necesita, es un postre tan fácil y rico, que no puedo esperar para pasarles la fórmula mágica…
Para empezar tenés que mezclar 350 grs de dulce de leche con 3 huevos (incorporalos de a uno para que no se corte la mezcla) y después agregar 350 cc. de leche. Dejás reposar la mezcla 10 minutos y la volcás sobre un molde previamente acaramelado. Lo cocinás en horno medio, a baño maría, por 45 a 50 minutos (o hasta que lo notes firme), tapado con papel de aluminio para que no forme una capa dura en la superficie.
Podés multiplicar la receta (respetando las proporciones), pero tené en cuenta que el tiempo de horno va a ser mayor.
El que ves en la foto está hecho en una budinera clásica de 1 lt. de capacidad, para eso usé 4 huevos, 465 grs de dulce de leche y 465 cc de leche.

martes, 31 de enero de 2012

Aceite de oliva "virgen extra", y no viceversa...

En Agosto del año 2008 tuve la suerte de viajar a la ciudad de Mendoza y conocer a un personaje muy particular. Era el dueño de un comercio de telefonía móvil, pero su verdadera pasión era el aceite de oliva y contaba con algunos olivares para producción propia. Cierto día, mientras charlábamos a cerca de las variedades de aceite, él me comentó que la denominación “extra virgen” era incorrecta, que “virgen extra” era la indicada.  Después de una breve explicación al respecto, que sonó muy lógica (a continuación la voy a compartir), llegué a Buenos Aires convencida de que traía  una gran novedad. Todos los que me escucharon me trataron de loca y me dijeron: “¿no ves que ninguna etiqueta dice “virgen extra”?”, y tenían razón. Pero como yo estaba segura de la racionalidad de la teoría del mendocino, empecé a investigar y descubrí que tanto en España como en Italia, muchas marcas de aceite usaban el término “virgen extra”. Pasados unos meses, también en Argentina, algunos pequeños productores comenzaron a hacerlo. Bueno, ahora ustedes se preguntarán cuál es la diferencia, para poder comprenderla es necesario conocer el proceso de elaboración del aceite, así que aquí les paso una breve explicación.
La aceituna, una vez madurada y recolectada se lleva a la almazara donde en un molino de piedra es triturada  y posteriormente prensada, obteniéndose lo que se llama la flor del aceite, la cual es conducida a depósitos subterráneos donde no da la luz diurna para que no se oxide y donde  por decantación se separa el aceite del agua. Se extrae el agua por medio de prensado y mas tarde, a base de filtrados, se separa cualquier resto de impureza que quede, obteniéndose el aceite denominado VIRGEN.
Es decir, aceite VIRGEN es el obtenido por medios totalmente naturales, sin la adición de ningún producto químico, solo por medios mecánicos y a temperaturas que no causen alteraciones en el aceite. Es el jugo de la aceituna al que se le ha quitado el agua.
Ahora bien, al terminar el proceso de obtención del aceite virgen no todos los aceites tienen el mismo contenido de ácidos y otros componentes.
En la composición del aceite intervienen varios componentes. Unos buenos para la salud, como los ácidos poliinsaturados y otros perjudiciales como los ácidos grasos libres (ácido oleico).
El mayor o menor contenido de estos últimos es lo que se llama grado de acidez. De manera que un aceite de alto grado contiene más ácidos grasos libres, y es más perjudicial, que un aceite de bajo grado.

   - Si este grado es menor que 1º da lugar al llamado aceite de oliva virgen EXTRA y son por supuesto los mejores desde todos los puntos de vista ( y también los más caros). En el mercado es muy normal encontrar aceites extras de 0,4º. Las aceitunas que se utilizan para este tipo de aceite son especialmente seleccionadas y una pequeña pérdida de calidad, ya sea en la aceituna o en cualquiera de las fases del proceso, haría que  el aceite se convierta simplemente en virgen ( y no extra)

   - Si el grado de acidez está entre 1 y 1.5 se denominan FINOS.

   - Si están entre 1.5º y 3º se les llama CORRIENTES o SEMIFINOS

   - Y por último, si tienen mas de 3º se denominan LAMPANTES. Estos últimos no son adecuados para el consumo humano y está prohibida su comercialización. El nombre de lampantes proviene de que en la antigüedad se empleaban para quemar en las lámparas.

Conclusión: un aceite de oliva puede ser virgen pero no necesariamente debe ser EXTRA, pero nunca podría tener calidad de EXTRA si no es virgen. Es por eso que me atrevo a decir que,  en este caso, el orden de los factores, sí altera el producto.

Les dejo tro dato curioso, y que lamentablemente demuestra cómo hemos ido distorsionando el lenguaje con el paso de los años:

Originariamente, los aceites comestibles sólo procedían únicamente de la ACEITUNA (fruto del olivo), cuyo nombre, derivado del árabe Az-Zaituna da lugar al de ACEITE; por lo que etimológicamente, ésta denominación sólo debería aplicarse al ACEITE DE OLIVA. Pero con el tiempo, el lenguaje vulgar corrompió su significado ampliándolo a todas las grasas que se muestran en estado líquido a temperatura ambiente.
A raíz de ésto, "son" aceites comestibles las "grasas" procedentes de ciertas semillas (girasol, soja, colza, cártamo, cacahuete, maíz, algodón, pepitas de uva y otras).

La molturación y prensado de dichas semillas no producen "aceite", producen unas grasas crudas que no son comestibles por sus deleznables características organolépticas (las que se aprecian con lo sentidos) y por su toxicidad en ciertos casos después de haber pasado un proceso de mezcla con disolventes químicos para extraerlas como el hexano, heptano, tricloroetileno, hexano comercial, etc. que se usan en jabonería, barnices, lubricantes y otras industrias.
Para hacerlas comestibles es necesario "REFINAR".
 

domingo, 29 de enero de 2012

Pizzería "El Fortín", una gran desilusión...

Antes de contarles mi experiencia en este lugar debo aclarar  que, habiendo pasado toda mi vida entre Colegiales, Chacarita y Villa Ortúzar, mi cultura “pizzera” tiene como bases “La Mezzetta”, “El imperio”, “Santa María” o “La Diligencia” (Av. F. Lacroze entre Alv. Thomas y Córdoba, ¿se acuerdan?). Dicho ésto, creo que sabrán entender que mi paladar está bien afilado como para juzgar la calidad de una pizza, y más siendo de media masa, como la que probé aquí. “El Fortín” es una pizzería emblemática del barrio de Montecastro (Alv. Jonte y Lope de Vega), a la que hace tiempo temía ganas de ir por los excelentes comentarios que había recibido o leído en diversos medios de comunicación. Decían que ahí se comía una de las mejores fugazzetas de la ciudad, y que también su fainá era increíble, así que el sábado a la noche decidí  ir a comprobarlo por mí misma.




 Lamentablemente la experiencia no fue satisfactoria, si bien no fue desastrosa, no estuvo para nada a la altura de las expectativas. Para empezar pedimos una porción de anchoas ($6,50), una de fugazzeta (ellos le llaman fugaza con queso, $8,50) y una de fainá ($4). Para ser porciones tardaron bastante y llegaron frías. Las tres estaban servidas en el mismo plato, con lo que mi fugazzeta terminó siendo una especie de “anchozzeta” donde el queso brillaba por su ausencia, y encima la cebolla estaba demasiado dulce, o sea, sentí que estaba comiendo un pletzalej relleno de pescado. La fainá era rara, el sabor normal, pero demasiado aceite para mi gusto, parecía frita. (La foto de las porciones salió muy mal, por eso no la puse,  pero les aseguro que no se pierden nada).


Después llegó la hora de la clásica de muzzarella, pedimos una chica ($30). Acá el tema mejoró un poco, vino muy mal porcionada, pero la cantidad de queso estaba perfecta, lástima que le faltaba un poco de sabor (cero condimento), digamos que fue aceptable.

En las mesas aledañas vimos pizzas especiales (jamón y morrones, napolitana, porque tienen las variedades básicas) y comprobamos que no escatiman en la cantidad de los ingredientes, lo cual es un punto a favor, aunque se cubren bien con los precios ($75 una de jamón y morrones).  ¿Conclusión?, es una pizzería más de barrio, que seguramente habrá tenido sus “años dorados”, pero que, como muchas otras, ha perdido su brillo con el tiempo. Tal vez yo fui en un mal día, pero fueron demasiados errores juntos, por eso es que, basada en mi experiencia personal, no considero que pueda estar entre las mejores pizzerías de Buenos Aires, y sin duda, yo no vuelvo.
Si quieren probar buena pizza  (y especialmente fugazzeta) vayan a Chacarita (Corrientes y Lacroze o Corrientes y Olleros, El Imperio y Santa María) y si les gusta comer al paso, Villa Ortúzar (Alvarez Thomas y Forest, La Mezzetta). Y una yapa, en Cumaná (Rodriguez Peña y santa Fé) hacen una fugazzeta rellena que es para caerse de cu…, totalmente diferente a la de las pizzerías tradicionales, como la masa del calzone, finita y crocante, y una cantidad inmensurable de muzzarella y cebolla que se cuela hasta por el último rincón de masa. 

viernes, 27 de enero de 2012

Arroz "bomba" para paellas, ¿realmente hace la diferencia?

Hace un tiempo les conté cómo hacer una paella de mariscos, y sabemos que con esa misma base se puede hacer de pollo, conejo, pescado, mixta, etc…Ahora bien, hay algo que es infaltable en todas ellas y eso es el arroz. Normalmente, en Argentina, solemos usar arroz largo fino, porque queda más suelto que el “doble carolina” (que es de grano corto y ancho) ya que suelta menos almidón durante la cocción. En España, por el contrario, el arroz que se utiliza para las paellas es el tipo “Bomba” que es un tipo de arroz de grano corto y que, a diferencia de que lo se podría esperar, tiene la ventaja de absorber mucho líquido, pero nunca pasarse. Una vez superado el tiempo de cocción no se rompe, sino que se abomba —de ahí su nombre— y se arruga un poco. Esta peculiaridad le permite guardar el almidón, con lo que siempre sale suelto, sin apelmazarse.


Es característico de la cuenca mediterránea, donde se concentra la mayor parte de su producción, aunque podemos encontrar plantaciones en lugares tan dispares como Sevilla, Badajoz, Murcia y Albacete entre otras. Acá en Buenos Aires casi no se consigue (creo que hay un lugar por Almagro, Corrientes y Boulogne Sur Mer, que lo vende, pero es carísimo), así que la mejor opción es, si tienen algún conocido que esté por viajar a España, encargarle un par de kilos. Yo me traje una bolsita cuando estuve  en Madrid y lo primero que hice cuando llegué a Argentina fue una paella de mariscos para ver la supuesta “gran” diferencia, ¿la verdad?, casi no la hay. Estuve años sin saber que existía esta variedad, y seleccionando un buen arroz largo fino y cuidando su cocción, logré excelentes resultados.

miércoles, 25 de enero de 2012

Tortilla clásica, para inexpertos...

Sé que lo que están a punto de leer es un atentado contra la cultura gastronómica española, pero no todos tienen la destreza de cocinar una tortilla sin que se desarme o se queme, y hay muchos cuya salud no les permite disfrutarla sin culpas, por eso creé esta receta para que nadie tenga que privarse de este manjar, y sin resignar una pizca de sabor.
Para empezar corté 2 cebollas grandes en pluma (tiritas) y las cociné en el horno tapadas con papel aluminio hasta que estuvieron bien tiernas (solo le puse un poco de rocío vegetal en la base, y una pizca de sal). Aparte, corté 1 kilo de papa en rodajas finas y las cociné en microondas, tapadas, hasta que se ablandaron pero sin llegar a hacerse puré (recordá que siempre que cocines en el microondas tenés que mezclar cada tanto para que la cocción sea pareja). Por último mezclé la papa con la cebolla, agregué 5 huevos grandes y condimenté con sal, pimienta y perejil picado. Volqué la preparación en una asadera a la que le puse un papel con rocío vegetal en la base, y la cociné por 40 minutos en horno medio, hasta que se doró y quedó firme (el punto de cocción depende de tu gusto, la podés dejar más jugosa). Las cantidades son aproximadas, y si te gusta le podés agregar morrones asados.  
Yo la hice en un molde cuadrado y la serví como bocadito de entrada, a todos les encantó y nadie sospechó que estaba hecha en el horno, y sin casi nada de materia grasa en todo su proceso.