Hace unos días fui con mi familia a cenar a “La Robla”, esperando seguir, en forma imaginaria, nuestra travesía por España. Lamentablemente nos llevamos una gran desilusión. Ya empezamos mal viendo que el precio del cubierto era de $7 e incluía una panera muy pobre (pan blanco y negro) y un escabeche de porotos, rico, pero porotos al fin.
Las rabas que pedimos de entrada estaban muy bien logradas, pero la porción era escasa para el precio ($37 la ½, y es como para 2 con poco hambre).
Mi mamá y yo compartimos un abadejo grillado, bien, pero nada destacable ($49). El problema fue la tortilla que pidieron mi hermano y mi papá. Si bien cumplió con los ingredientes que prometía la descripción de la carta (chorizo, panceta, jamón, una bomba!), el punto de cocción fue desastroso: primero, el mozo nunca preguntó si la querían bien cocida o babé; segundo, finalmente no llegó en ninguno de los dos puntos, sino CRUDA.
Para terminar tuvimos la gran desilusión de la noche, la “natilla catalana”. Yo ya empecé quejándome del nombre, o natilla o crema catalana, decidite. Pero bueno, eso no fue nada comparado con lo desagradable de su textura, estaba ligada con gelatina!!!...parecía uno de esos yogures firmes que están tan de moda, y resultan tan artificiales. El budín de pan zafaba, pero no logró reivindicar el resto de los errores. Conclusión, no lo recomiendo en absoluto.
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