Muchos de ustedes habrán tenido la suerte de disfrutar un rico lechón en navidad o año nuevo, pero yo fui más afortunada aún porque el finde pasado no solo comí un lechoncito (lechoncita en realidad) más que fresco, cocinado a minutos de ser sacrificado, sino que tuve el honor de que lo hiciera mi tío Andrés. Eso es sinónimo de “manjar”, el cuero dorado y súper crocante y el interior, una manteca, pocas veces probé algo tan delicioso en mi vida. No creo que jamás pueda hacer yo algo parecido, pero al menos para intentarlo, le pedí todos los consejos necesarios y aquí los comparto. Ojo!, las primeras fotos no son aptas para “impresionables”, vegetarianos o afiliados a asociaciones de defensa de los animales, así que después no digan que no les avisé.
Empecemos por el principio, elegir el animal y clavar el cuchillo en el lugar indicado, después sostenerlo boca abajo hasta que se desangre y largue su último suspiro (o chillido).
Después hay que sumergirlo en una olla con agua hirviendo para pelarlo, realmente es más fácil de lo que parece. Se le sacan las pesuñas y se hace una incisión a lo largo para sacar todas las vísceras. Se lava muy bien y está listo para la parrilla.
El ayudante tan dispuesto de remera marrón es mi padre, que creo que estaba tratando de sumar algún puntito extra para ver si a la noche le tocaba una yapa, pero mi estrategia fue mucho mejor, me senté al lado de la tabla donde se cortaba, y así tuve mi auto servicio toda la noche.
A diferencia de las vacas, cuya carne necesita al menos un día de reposo antes de cocinarse, los lechones y los corderos es mejor asarlos así fresquitos, se cocinan más rápido y la carne resulta mucho más tierna.
Cuando la brasa está lista se acomoda de forma tal que debajo de las costillas no queden brasas para que los huesos no se quemen. El momento de darlo vuelta es cuando ya está todo bien dorado y al levantarlo parece que va a quebrarse. Acá todavía le faltaba un poquito (para uno de 8 o 9 kilos, limpios, se calculan unas 2 horas del primer lado y de 40 a 50 minutos del segundo).
¿Condimentos?, sal por todos lados antes de ir al fuego, y en el momento de darlo vuelta, se frota con vinagre blanco todo el cuero para que quede crocante. Insisto, no les puedo explicar lo que es. Y lo mejor de todo es que ya ni me acuerdo las veces que me serví, pero al otro día me sentía liviana como una lechuguita, increíble. Gracias tío!!!
Irresponsables ! ! !No pueden mandarle esto a los que vivimos en la ciudad. La tentación es enorme y difícil de sobrellevar (esperá que me limpio la comisura de los labios... slup! Ya está)
ResponderEliminarComo te decía, me lo estoy imaginando y "tramando" ir al campo para llevar a cabo mis gastronómicas intenciones. Me clavaron la TENTACIÓN.
Saludos, Carlos Puenzo.