miércoles, 21 de agosto de 2013

"Sabino", un intento fallido...


Sabino es uno de esos lugares que promete mucho pero queda en el intento. La ambientación es muy bonita, predomina la madera, aunque parece más bien una cabaña del sur, más que una taberna tipo Vasca, que es como se presentan. En la carta hay una gran variedad de pintxos (que serían las tapas para los madrileños), sandwichs, ensaladas y algunos platos elaborados. Al leer el menú, todo suena muy tentador, pero cuando llega a la mesa las expectativas se cubren a medias, y por el precio que cobran, no invita a volver.

Para empezar pedimos dos pintxos, uno de cordero braseado y uno de pollo al puerro. Ambos eran una especie de “guisado” servido sobre una tostada. El de cordero ($28), estaba casi incomible por el sabor fuerte de la carne, incluso tenía aroma como a establo. El de pollo ($26) estaba muy rico, aunque no dejaba de ser un poco de pollo con puerro y crema.

 
 
Como platos principales elegimos una ensalada “Sabino” ($80), que anunciaba hojas verdes, aceitunas negras, hongos, salmón rosado y reducción de aceto; y un marmitako de abadejo ($95) cuya descripción textual era: postas de abadejo en cocción de salsa de pimientos del piquillo con aliño de aceite de oliva y ajo asado acompañado por patatas bravas. Bueno, empecemos por la ensalada, las hojas, aceitunas y hongos estaban perfectos y en abundancia; ahora, el salmón a simple vista parecía ahumado, lo cual hubiera sido un problema para alguien que no come pescado crudo (ya que decía rosado, no ahumado), pero al probarlo no tenía gusto a nada, ni a ahumado, ni a salmón, en fin, deben cambiar el proveedor o revisar su forma de conservación de la mercadería fresca. Además la reducción de aceto brillaba por su ausencia y los condimentos que había en la mesa dejaban mucho que desear, el aceite no era oliva puro y el “pseudo-aceto” tenía gusto a tutifruti. El marmitako por su parte estaba rico, pero en la salsa no se apreciaba el sabor de los pimientos (parecía una salsa de tomate bien sabrosa), el aliño de ajo nunca lo encontramos y las “patatas bravas” eran unas rodajas de papa que de bravas solo tenían el nombre.

Por las dudas no nos arriesgamos a pedir postre.

La copa de vino más barata está $38, una exageración; y cuando consulté si tenían sidra la camarera me respondió: “…no estoy segura si queda, pero igual la que teníamos era de manzana…”, ¿?. La atención fue buena, pero ese tipo de ignorancia en un restaurant que cobra esos precios es totalmente inaceptable.

Les paso la dirección para que si un día pasan por la puerta, sigan de largo…Sabino está en Baez 401 (esquina Chenaut), Las Cañitas.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Clásico de clásicos, pionono...


Hoy, un clásico de clásicos, pionono. Sí, ya sé, lo primero que pensás es que la receta más simple consiste en ir a comprarlo al súper, pero te aseguro que una vez que lo hagas, nunca más vas a querer volver al industrial. ¿Por qué?, varias razones: lo podés hacer del tamaño que necesites, nunca se te va a quebrar cuando lo enrolles,  tenés la opción de saborizarlo, y lo más importante, es mucho más rico!. Si seguís los pasos que te cuento a continuación, es imposible que te quede mal, así que manos a la obra.

Antes que nada te digo que con las cantidades que te paso, sale una placa de 25cm x 35cm, según el tamaño de tu molde, podés agregar huevos, siempre respetando las proporciones. Yo usé 3 huevos, 30 grs. de harina, 30 grs. de azúcar y 2 cdas. soperas de miel. La regla es muy fácil, por cada huevo son 10 grs de harina y 10 de azúcar, pero si lo querés más grueso, le agregás 10 grs más de harina y 10 de azúcar, al total de la preparación (no 10 más por cada huevo).

Primero hay que batir los huevos con el azúcar a punto letra, o sea hasta que puedas hacer un dibujo con el batido y se mantenga el trazo por unos segundos. Después, agregar la miel y unas gotas de vainilla (puede ser ralladura de algún cítrico también). Batir unos segundos más para integrar y dejar la batidora. Por último, agregar la harina con movimientos envolventes y volcar sobre una placa forrada con papel bien enmantecado (sin enharinar). Antes de llevar al horno, pasar un dedo por todo el borde, como haciendo un surco entre la masa y los laterales del molde, y cocinar en horno fuerte entre 10 y 12 minutos. Retirar y desmoldar sobre un paño. Con mucho cuidado sacar el papel y enrollar con el paño. Dejar entibiar un poco, sacar el paño y volver a enrollar pero esta vez con el papel.    
 

miércoles, 7 de agosto de 2013

U.G.A.B. segunda vuelta, un viaje con los sentidos...


Ya de vuelta en Buenos Aires, decidí seguir viajando con los sentidos, y esta vez me fui para mi amado medio oriente.

Hace un tiempo les conté que fuimos a U.G.A.B. a comprar comida armenia para llevar y que la experiencia fue muy buena, así que ahora decidimos reservar para ir a cenar un sábado.

La organización es perfecta, como el salón es amplio las mesas están a la distancia correcta unas de otras, y cada camarero tiene asignado un sector, con lo cual es muy fácil ubicar al tuyo, aunque hay padres atentos en todo momento para que a nadie le falte nada (sí, padres, recuerden que las cenas son organizadas y manejadas por alumnos y familiares para recaudar fondos para el viaje de egresados a Armenia).

Las entradas frías están a la vista y son muy variadas, los platos parecen chicos pero les aseguro que cuando se empiezan a servir, resultan interminables.



 

 

 
 
Antes de pasar a detallar lo que comimos debo mencionar que de la mayoría de las cosas se puede pedir media porción, cobran el 60% del precio del plato completo, y es  ideal para probar un poco de todo sin gastar de más.

Pedimos una ensalada Belén (muy rica, y para nada aceitosa, $36)

Un  Subereg (delicioso, $40)
 

Medio Pasha Bereg con verdura (algo nuevo para mí, y que seguro repetiré, $24)

Medio Shish Kebab de Lomo (perfecto el punto de la carne, $36)

 

 
 

Medio Shish de cordero (eran 4 “bolas” de carne picada de cordero muy especiado, cubiertas con yogur y acompañadas de verduras y pan árabe, muuuuy sabroso, $31,20)

Para terminar, 1 porción de torta de higos (un poco seca esta vez, pero cuando está bien hecha es excelente, $24)

Acompañamos con un Callia Alta Shiraz ($40) y un agua mineral ($16).

Cobran $10 de cubierto y sirven pan árabe calentito. Un detalle: te reponen el pan caliente sin que lo pidas, Aleluya!!!

Importante: durante la cena hay un pequeño show de baile armenio interpretado por los alumnos y les digo que por unos instantes la música conjugada con los aromas hace que nuestros sentidos viajen hasta medio oriente y quieran quedarse ahí por un buen rato.

Repito los datos por si te perdiste la entrada anterior:

U.G.A.B está en Armenia 1322, teléfono 4773-2820/1522, y tanto el salón para cenar como la comida para llevar están en el subsuelo. Eso sí, sólo aceptan efectivo. Abren viernes y sábado por la noche.

miércoles, 31 de julio de 2013

Sabores del Edén, parte II, Jericoacoara


Y finalmente llegamos al “Edén”, Jericoacoara. Sé que éste es un espacio dedicado a la gastronomía, pero permítanme tomarme una pequeña licencia y contarles un poco a cerca de este increíble lugar, al que espero volver en un futuro no muy lejano.

 

 
 

Después de viajar unos 300 km.,  desde  Fortaleza hasta el pueblo de Jijoca, bajamos del micro para subirnos a una especie de “jardinera” (una camioneta abierta) que, después de un recorrido de una hora entre ripio, médanos y playa, nos dejó en Jericoacoara, una aldea de pescadores en la cual el tiempo parece haberse detenido hace siglos. No hay energía eléctrica en las calles, solo las luces de los negocios, que fueron construídos sobre la arena misma, con lo cual no es raro ver a un camarero o vendedor trabajar descalzo. Al estar muy cerquita del Ecuador hay 12 horas de sol y 12 de luna, amanece a las 5:45 y el sol comienza a caer a las 17:45, así que a las 6 de la tarde ya es de noche, lo cual hace que uno termine perdiendo la noción del tiempo. Eso, sumado al paisaje y la calidez de los lugareños, es más que suficiente para olvidarse de todo y sumergirse una especie de sueño de magia y aventuras del que uno no quiere despertar jamás.

Cuando hablo de “calidez” humana, me refiero a que, si bien la aldea está alejada totalmente de la “civilización”, y ellos podrían aprovecharse de eso para monopolizar precios y cobrar tarifas elevadas, no lo hacen, y además se preocupan porque uno se sienta como en casa. Todos saludan a todos, siempre están atentos a tus necesidades, ya sea que estés perdido o que estés buscando transporte para alguna excursión (ojo!, te lo ofrecen, pero no te cargosean). El ambiente es súper sano en todos los sentidos, hay muy pocos insectos, hace calor, pero no agobia, porque no hay humedad!!!....Y si de seguridad hablamos, es ideal, podés dejar tus cosas en la playa e irte a nadar al mar con plena tranquilidad, por las noches no vimos ningún sujeto extraño en situación sospechosa y la movida es bastante tranquila.  Conclusión, es un destino que tenés que agregar a tu itinerario, te juro que no te vas a arrepentir. Ah!...y cuando vayas no olvides ver la puesta de sol, ya sea desde la playa o sobre una duna, es un espectáculo inolvidable.

 

 
 
Ahora sí, llegó la hora de comer!   

Los platos son muy similares a los de Fortaleza, mucho pescado, marisco y pollo, preparado, de diferentes formas y todas con un toque de sabor especial.

Fuimos dos veces al restaurant “Sapao”, y las dos experiencias fueron excelentes. Las mesas son al aire libre y están iluminadas por velas. Todas las noches hay algún cantante que acompaña la cena con su música. La primera vez comimos pollo con queso catupiry. Eran trocitos de pollo salteados con verduras y gratinados con el queso que le aportó una cremosidad perfecta al plato. De guarnición una ensalada mixta, que de yapa trajo un montón de aceitunas. Tomamos dos latas de guaraná y gastamos R44, con propina y todo.
 

La segunda vez nos jugamos un poco más y comimos langosta, una grillada y otra con salsa blanca. Ambas divinas, la grillada con el punto de cocción justo y la otra, con una salsa riquísima, muuuuy sabrosa. Ese día tomamos cerveza y pagando derecho a show, gastamos R68.

 

Otra noche fuimos a Na Casa Dela, un restaurant hermoso, con muchos detalles y muy acogedor. Acá nos trajeron unas croquetas de mandioca como aperitivo, y unos “brigadeiros” (bombones de chocolate y leche condensada) de cortesía al pedir la cuenta. Es en el único lugar que hacen esa atención, por eso es que en ningún lado cobran cubierto. Comimos moqueca de raya, que es una preparación a base de cebolla, morrón, tomate, leche de coco y aceite de dendé, exquisita. En este caso no voy a poner foto de la comida porque salió muy movida, pero sí del lugar para que nos envidien un poquito.

También fuimos a “Marisol” un comedor familiar, menos turístico, pero no por ello de menor calidad. Esta fui la única vez que comimos carne vacuna. Pedimos “carne de sol”, que no es ni más ni menos que una carne que fue secada al sol y que luego se rehidrata y se cocina con alguna verdurita y/o salsa especial. En este caso, si bien la carne estaba muy rica, en mi opinión, la estrella de la mesa fue el “baião de dois” que sirvieron como acompañamiento. El baião normalmente consta de arroz y porotos, pero en este caso pudimos probar la versión más sofisticada que resultó deliciosa. El arroz y los porotos parecían estar cocinados juntos, y tenían trocitos de cebolla y pimiento verde, un poco de cilantro y queso derretido. Sé que suena raro pero les aseguro que no podía parar de comerlo, nunca imaginé que esa simple combinación pudiera ser tan pero tan rica. Esa noche gastamos R40 y no pudimos terminar el plato.

 

En la “Cantina Jeri” yo comí un róbalo grillado espectacular  por R17.

 

También comimos sandwichs y hamburguesas por un promedio de entre R11 y R12.
 

Un día almorzamos camarones con aceite y ajo por R12 el plato, con guarnición incluída.

 

Y algunas cosas dulces, súper abundantes y frescas, de R6 a R9.



 

 Aquí merece una mención aparte el Açaí na tigela. Para quienes nunca escucharon esto les cuento que el açaí es el fruto de una palmera de la zona del Amazonas que tiene muchas propiedades nutritivas y hace unos años que está bastante de moda para consumir en jugos, dulces, batidos, helados, etc… Cuando te ofrecen el Açaí Na tigela (que significa: açaí en tazón), están hablando de la pulpa del fruto congelada, que la procesan con jarabe de guaraná (para darle un poco de dulzor y cremosidad), acompañada por banana y granola. La verdad es que la fruta, a pesar de su color violáceo tan llamativo, en sí no tiene demasiado sabor, es un poco amaderado y de textura levemente astringente, pero mezclado con la banana, la granola y un poco de miel, resulta un poco más interesante y una opción más para un desayuno o almuerzo energético y saludable.


 
Si estás de paseo podés tentarte y comprar algo de fruta fresca en algún mercadito.
 
 

 

Para ir terminando hablemos un poco de la bebida. Al igual que en resto de Brasil, si de alcohol se trata,  lo que más se toma es cerveza y caipirinha. Cerveza hay en todos lados, barata y siempre helada. Para tomar caipirinha se puede optar por alguno de los puestitos de la playa, donde el vaso bien servido y con cachaça a elección sale R4, o darse una por el “Bar Dumundu”  y tomarse una “caipirão”, casi un litro de caipirinha, por R10. En este simpático, con barras sobre y banquitos sobre la vereda, te vas a encontrar con gente de todo el mundo (imagino que de ahí proviene el nombre) y si te animás con un par de idiomas seguro podés ternminar de gran charla con alguno de los personajes que lo frecuentan.

Podría estar días escribiendo sobre Jericoacoara, pero la realidad es nada alcanzaría para describir la sensación de paz y plenitud que te invade cuando estás en lugar así, solo les digo que traten de ir a conocerlo lo antes posible, antes de que el fanatismo de cierto tipo turismo irresponsable lo termine corrompiendo.

 

jueves, 25 de julio de 2013

Sabores del Edén, parte I...


Después de unas semanas sin dar señales de vida vuelvo al ruedo para contarles mi experiencia gastronómica por el nordeste de Brasil. Me fui solo diez días, pero pareció una eternidad, tanto que mi paladar y mi estómago aún no logran re-adaptarse a Buenos Aires.

Estuve tres días en Fortaleza y una semana en Jericoacoara, un pueblito de pescadores a 300 km de Fortaleza. Antes de contarles a cerca de los platos que probé les hago un breve paneo de la cultura culinaria de esta región nordestina, como para vayan entrando en tema (y se les vaya haciendo agua la boca).

-          Vayan a donde vayan y pidan lo que pidan, jamás les va a faltar en la mesa una buena porción de arroz, solo o con feijón (poroto). El arroz para ellos es como el pan para nosotros, es más, en la carta de algunos restaurants ni aparece el arroz en la descripción de los platos, dan por hecho que está incluído.

-          Comer pescados o mariscos cuesta lo mismo o menos que comer carne, pollo, pastas o pizza. Todos los productos del mar son excelentes y súper frescos.

-          Dado que están muy cerca del Ecuador tienen frutas tropicales y exóticas todo el año. Cuáles? Mamón, mango, ananá, melón, sandía, banana, acerola, graviola, guayaba, cajú, açaí, entre otras.

-          Los platos siempre son muy abundantes, a veces con un plato comen dos, y si dice para dos, lo más probable es que coman tres.

-          Nunca se cobra cubierto, pero sí, en la mayoría de los lugares, cobran un 10% adicional como propina obligatoria.

-          Los precios son muy accesibles, yo los voy a poner en reales, y calculen que en este momento es real cotiza a $2,5, más el 20% si se paga con crédito, habría que multiplicar por 3.

Empecemos la recorrida por Fortaleza...

Fortaleza es una ciudad enorme, con lo cual la oferta gastronómica es muy amplia, aunque si estás cerca del mar, para mí lo mejor es comer en alguno de los barcitos que están sobre la playa. Un pescado a la parrilla con ensalada y “baião” (arroz con porotos), cuesta unos R25, para dos. La cerveza de 600cc, R3,75 (siempre bien helada, por suerte!) y la caipirinha, R3,75.
 

Otra opción es el filet de róbalo frito, con ensalada, arroz y macaxeira (mandioca frita), también para dos, por R18.  Evidentemente la fritura estaba muy bien hecha porque yo no consumo fritos jamás y no me cayó para nada pesado.

 
 

En los últimos años se desarrolló un polo gastronómico en el barrio de “Varjota”, donde hay opciones para todos los gustos y presupuestos (sushi, pasta, pizza, carne, comida regional, etc…), pero lo ideal es elegir algún restaurant tradicional, así que allá fuimos. Como veníamos comiendo y tomando bastante, decidimos probar un pollo grillado con vegetales al vapor (que llegó con la infaltable porción de arroz), muy bien servido y con muchas verduras (R32 para dos de buen comer), y por el mismo precio había pescados con diferentes salsas, también para compartir.

Para ir terminando con la ciudad de Fortaleza no puedo dejar de mencionar el Mercado de Beira Mar,  que se ubica sobre la playa todos los días de 17 a 22,  donde podés encontrar ropa, calzados, artesanías y productos típicos como la cachaça, las castañas de cajú, solas o con miel y sésamo (una perdición, créanme!), salsas picantes, frutas pasas, cocadas, etc...

 
Y el mercado de Peixe, en la playa de Mucuripé, que abre desde la mañana hasta las 5 de la tarde. Ahí hay unos 50 puestos donde vos podés elegir el pescado o marisco que vas a comer, recién sacado del mar, te lo llevás y en un lugarcito aparte te lo cocinan cómo vos quieras. Hay mesas y sillas para comer ahí mismo y guarniciones y bebidas para sumar.



 

Otras cosas que no hay que dejar de probar son los camarones, la langosta, las patitas de cangrejo, la moqueca (guiso de pescado, mariscos o raya, con leche de coco y aceite de dendé) o las “bolinhas de bacalao”, unas mini croquetas deliciosas.

Para la próxima les doy un paseo por los sabores de Jericoacoara…

lunes, 1 de julio de 2013

Mercado "Sabe la Tierra", una vuelta a lo natural


El sábado pasado, aprovechando el clima primaveral, decidí darme una vuelta por “Sabe la Tierra”, el mercado de pequeños productores de San Fernando. Sobre los andenes de la estación “San Fernando” del tren de la costa se agrupan productores que siguen tres principios fundamentales: su producción es natural, orgánica y sustentable. Es ideal para ir a desayunar, almorzar o merendar (hay mesas y sillas); o simplemente a comprar cosas ricas y súper sanas (no light, eh?, no confundamos, por favor!). Podés encontrar: pollos pastoriles, productos de granja, cereales, nueces orgánicas, pulpas, dulces y jugos de frutas orgánicos, frutas, verduras y hortalizas, hongos, comida viva, tartas, panificados integrales, pastelería natural, milanesas de mijo, tofu, quesos orgánicos, semillas, plantines, plantas, flores, lombricompuesto, textiles, lanas artesanales, objetos de bazar y de diseño sustentable. Los precios son muy variados, hay de todo, la clave está en recorrer y preguntar. Yo, por ejemplo, compré unos hongos portobelo increíbles (enormes y muuuy frescos) a $35 el kilo, y fideos integrales artesanales de harina multigrano a $18 los 500 grs. Eso sí, andá con hambre porque en todos los puestos hay para degustar y todo se ve más que tentador.

El mercado  funciona todos los sábados de 10 a 17 hs. y los domingos de 11 a 17 hs. en la Estación San Fernando del Tren de la Costa, Madero y Rosario (altura Libertador al 1000), San Fernando, Provincia de Buenos Aires. Y todos los miércoles de 10 a 18 hs. en el Boulevard de Tigre (Boulevard Sáenz Peña 1400, entre Sarmiento y Albarellos, Tigre, Provincia de Buenos Aires).

Para más información podés visitar la página web: www.sabelatierra.com

lunes, 3 de junio de 2013

Los canelones de "la abuela Pilar"


No es muy complicado hacer canelones, pero lleva sus pasos. La idea es que aprendas a hacer cada cosa por separado (relleno, panqueques, salsa blanca) y cuando te decidas, vayas adelantando algo, así el día de prepararlos solo te queda armar y meter al horno.  Obviamente, si bien la receta la aprendí de mi abuela Pilar, yo le hice unos pequeños cambios, pero siempre respetando la esencia de la herencia.

Los panqueques: mezclar 150 grs de harina con 2 huevos y agregar de a poco 400 cc de leche, batiendo para que no se formen grumos. Se puede usar licuadora o mixer. Dejar reposar la mezcla por 1 hora y hacer los panqueques.

Dato: se puede reemplazar 100 cc de leche por agua, quedan más flexibles y livianos.

El relleno: lavar y cocinar dos atados de acelga con sus pencas (las que son muy gruesas se pueden descartar). Picar bien fino o procesar. En una olla dorar una cebolla y un ajo bien picados con un chorrito de aceite, agregar la acelga, 1 lata de picadillo o jamón del diablo y 1 huevo. Mezclar sobre el fuego para que quede una preparación homogénea. Retirar y condimentar con sal, pimienta, nuez moscada y queso rallado. Reservar

Dato: para que el sabor del relleno sea más suave, yo no uso  el picadillo y le pongo 200 grs de ricota. También evito el rehogado de la cebolla y el ajo y le incorporo las cebollas previamente caramelizadas en el horno.

La salsa blanca: antes que nada, hago una salsa blanca bien espesa (tipo pegote, 4 cdas. de harina por 500 cc de leche, aprox.) y se la agrego al relleno ya frío (unas 4 o 5 cdas. soperas). Después le sigo agregando leche hasta que tenga la consistencia necesaria para cubrir los canelones. Es importante que quede más bien fluida y que sea abundante porque durante la cocción los canelones la absorben bastante.

El día del armado rellenás los panqueques, los enrollás y colocás en una fuente enmantecada. Cubrís con la salsa, espolvoreás con queso rallado y cocinás por 30 a 40 minutos, hasta que gratinen.