Hoy les voy a contar como hacer un “Leicaj”. Muchos se preguntarán: ¿qué es eso?, es un budín típico de la cocina judía, cuyo ingrediente principal es la miel. Yo lo conocía, pero nunca lo había hecho, así que cuando uno de los dueños del lugar donde trabajo me dijo que tenía ganas de incorporarlo a la oferta de pastelería, empezó la búsqueda de la receta ideal. Como era de esperarse, encontré tantas recetas como “bobes” hay en la colectividad. Decidí jugarme por una que me pareció bastante equilibrada, ¿el resultado?, un riquísimo budín especiado, con un ligero sabor a café, pero que, según Andy (el antojado), no tenía nada que ver con el leicaj “súper pegajoso” que él acostumbraba comer. (Igual ya les pasaré la receta de este budín de miel y café, porque fue todo un hallazgo). Como cabeza dura que soy, seguí buscando recetas, y dado que ninguna me convencía me basé en la descripción de color, sabor y textura que tenía que lograr, y combiné cantidades e ingredientes a mi criterio, por suerte no me equivoqué. Hice el budín más húmedo, esponjoso y pegajoso que comí en mi vida, una verdadera delicia. Aquí va la receta: licuar 350 grs de miel, 2 huevos, 200 grs de aceite neutro, ½ taza de té fuerte, ½ manzana verde, 180 grs de azúcar blanca, 60 grs de azúcar negra y un chorrito de whisky o cognac. A esta mezcla agregar 300 grs de harina, 2 cditas. de polvo leudante, 1 cda. de canela y ½ cdita. de clavo de olor (ojo!, el clavo es muy invasivo). La mezcla queda bastante líquida, pero así tiene que ser. Volcar la preparación en un molde untado con aceite y harina (yo usé uno rectangular de 20 por 30, pero vos elegí el que te guste) y cocinar en horno moderado. El punto de cocción se chequea igual que en otros budines, aunque éste es muchísimo más húmedo.
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