Lo
prometido es deuda, así que una vez más les voy a pasar una de las recetas que
aprendí en el curso de alimentación consciente. No sólo es sana y nutritiva,
sino que es deliciosa y muy fácil,y les juro que cuando la hagan más de un
omnívoro les va a pedir la receta. Se puede hacer en licuadora o con un mixer o
procesadora potente. La base de la salsa (lo que reemplaza a la mayonesa y la
crema) son castañas de cajú (1/4 de taza aprox.), que tenemos que hidratar en
agua un par de horas antes de utilizar para que se activen y se ablanden. Si no
tenemos tiempo, podemos obviar ese paso y hacer una harina con las castañas
para que el procesado posterior sea más fácil y la salsa quede más cremosa. Cuando
tenemos listas las castañas las mezclamos con el resto de ingredientes: ½ taza
de agua, 1 cda. de vinagre de mazana, ½ taza de aceite de oliva, 1 cdita. de
mostaza (en polvo o pasta), 1 diente de ajo, sal y pimienta a gusto. Licuamos
todo hasta obtener la consistencia que nos guste, agregando agua si fuera
necesario aligerarla, y cuando está lista le agregamos alga nori en polvo para
darle ese sabor “marino” tan característico de la salsa cesar. Si tenemos
levadura nutricional, le agregamos 1 cda. al momento de licuar. Esta salsa
sirve no solo para combinar con hojas verdes y hacer un ensalada “tipo cesar”,
sino como aderezo para cualquier otra verdura, en sándwichs, para untar, o para
acompañar una carne (en el caso de los que todavía las consumimos aunque sea en
poca cantidad).
Recetas, lugares, datos útiles y consejos para aprovechar al 100% tu cocina y disfrutar a pleno del mundo de la gastronomía.

miércoles, 18 de febrero de 2015
lunes, 9 de febrero de 2015
La parrilla del Club Ferroviario, el secreto mejor guardado de Liniers…
Si hay una
frase que no me canso de decir es: “…yo no creo en las casualidades, sí en las
causalidades…”, y cada día la noto más cierta. El sábado, un conocido “bloggero”
gastronómico, recomendó una página web donde reseñaban una experiencia muy
tentadora en la parrilla del Club Ferroviario, ubicado detrás del estadio de
Vélez. Después de leer la nota me dije que era raro que mi padrino nunca lo
haya mencionado, siendo que es socio
vitalicio de Vélez, y que nació, se crió y sigue viviendo en su amado Liniers.
Esto hizo que mi curiosidad aumentara, y obviamente que lo sumara a mi lista de
próximas visitas, aunque el destino hizo lo suyo y la visita fue más próxima de
lo esperado. El mismo sábado fuimos a visitar a un amigo a una Clínica en
Ciudadela, y cuando salimos, ya en horario de cena, decidimos que no había
tiempo de cocinar así que emprendimos la vuelta camino a “Cumaná”. Apenas
cruzamos la General Paz nos dimos cuenta que el Club Ferroviario estaba muy
cerca, y a mí se me ocurrió pasar para “ver qué onda”, a lo cual mi madre dijo:
“…con la hora que es, si vamos, es para quedarnos…”, y nadie se negó. Así que
después de un par de vueltas, llegamos a un estacionamiento debajo de la
autopista con un placa en la que apenas se leía algo relacionado a los
ferroviarios, pero de donde emanaba un aroma a asado increíble, y sí, no había
dudas, habíamos llegado. Yo sabía que el asunto requería una reserva previa,
que no teníamos, pero me acerqué a la recepcionista a consultar y me dijo que
nos anotaba en una lista pero no sabía de cuánto era la demora. El sistema es
simple, los que van si reserva dependen de la rapidez de los que están comiendo
o de que se “caiga” alguna reserva, y otra vez el destino se metió e hizo, que
después de una media hora, fallaran unos comensales y nos sentaran a nosotros
en su lugar. El restaurant del club tiene un sector al aire libre (ahí nos
tocó) donde está la parrilla, y un salón enooorme adentro.
El ambiente es súper familiar y hay gente de
todo tipo ($ y $$$$$), no sé si explico. La carta es muy completa (en
“tripadvisor” hay fotos de la carta con los precios actuales) y para que no
crean que me olvidé de los vegetarianos y veganos, les cuento que hay pastas
(desde $45) y ensaladas especiales de
todo tipo (desde $50). Nosotros éramos 3 y pedimos una provoleta de entrada
($50, perfecta!, enorme y bien crujiente),
y como principales elegimos media
porción de vacío ($75, sí, lo que ven en la foto es media porción y comen 2 o 3
tranquilamente, en el punto solicitado, increíble)
y media de cordero ($80, con
ésta comen 2 y no 3 porque tiene hueso, pero también estaba muuuy buena).
Acompañamos con una ensalada de rúcula y zanahoria ($30, muy fresca, pero un
poco pequeña para el precio, aunque como habrán visto el cordero ya venía con su propia guarnición). Tomamos un Finca Flichman malbec Roble ($45) y un
agua mineral de 2 lts ($20, sí, leyeron bien, veinte pesos!!!!). Obviamente
sobró comida y no llegamos al postre, pero por lo que vimos todas las porciones
son XXL y los precios XXS. Otro detalle,
no cobran cubierto y el pan estaba crocantísimo, lo cual es raro a esa hora de
la noche.
La atención muy buena, y los platos no tienen demora.
Por favor
cuando decidan ir no dejen de llamar para reservar y de mirar el mapa antes de salir
a la calle. Abren de martes a domingos, mediodía y noche, están en Reservistas
Argentinos 219, el teléfono es 4644-2360 y solo aceptan efectivo.
lunes, 2 de febrero de 2015
Torta de papa y queso
Hoy te
propongo una idea diferente para aprovechar algún resto de puré de papa que
haya quedado en la heladera, y evitar recurrir a los clásicos, como las bombas
de papa, el pastel o los ñoquis. Es muy fácil, solo tenés que mezclar 1 taza de
puré de papa con 1 taza de queso tipo Pategrás rallado (o similar), 4 huevos, ½
taza de leche, 1 o 2 cebollas de verdeo picadas y 1 cda. colmada de fécula de
maíz. Condimentás con sal y pimienta, y volcás la preparación en un molde enaceitado.
Espolvoreás un poco más de queso por la superficie y cocinás en horno medio
hasta que se note firme y dorado. Para servirlo tenés varias opciones: hacerlo en
una placa o molde no muy alto y cortar bocaditos para servir como canapé,
cortar cuadrados más grandes y servir como una entrada caliente, o duplicar la
receta y hacer una súper torta que, acompañada con una buena ensalada, sirve
perfectamente como plato principal.
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lunes, 26 de enero de 2015
Galletitas crocantes de semillas (sin harina)
Les cuento
que hace un tiempo estoy incursionando en la cocina crudi-vegana, o sea,
recetas sin derivados animales, y muchas de ellas, sin cocción. Empecé a
investigar por un mero requerimiento profesional (o comercial), y fui
descubriendo nuevas técnicas, ingredientes y recetas que me sorprendieron y que
pueden aplicarse a la dieta de cualquier “omnívoro” como yo. No voy a detenerme
a explicar de qué se trata este tipo de alimentación porque hay mucha
información disponible para quien esté ávido de este conocimiento, pero sí me
gustaría ir compartiendo con ustedes algunas de las recetas que voy probando,
para derribar un poco el mito de que lo vegano, o lo crudo (no sé porque la
moda lo rotula como “raw” si estamos en Argentina) tiende a ser aburrido e
insulso.
Hoy les voy
a pasar la receta para hacer unas galletitas súper crocantes que no llevan ni
harina, ni huevo, solo semillas, agua, un toque de aceite y condimentos. Los
crudívoros las secan en sus hornos deshidratadores (cuya temperatura no supera
los 45°), pero nosotros las podemos hacer en nuestro horno convencional y quedan increíbles!
Hay que
mezclar 1 taza de semillas de girasol con 3/4 tazas de semillas de lino (ambas
molidas lo más fino posible), 1 cda. sopera de aceite de oliva, condimentos a
gusto (sal, orégano, pimentón, ajo en polvo, etc…) y agregar agua hasta formar
una pasta que te permita untarla sobre una placa. Con la ayuda de una cuchara o
tus manos humedecidas con agua formar
una capa de esta pasta sobre la placa previamente lubricada. Marcar la forma de
las galletitas con un cuchillo sin llegar atravesar del todo la masa. Llevar a
horno medio, cuando los bordes se empiezan a dorar, dar vuelta con la ayuda de
una espátula y volver al horno hasta que esté sequitas. No se tienen que dorar
porque si no se ponen amargas.
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martes, 30 de diciembre de 2014
Arrollado de papa, salmón y rúcula
Sé que el
pionono relleno es un clásico de las fiestas, así que para navidad decidí
respetar las “costumbres argentinas”, pero aportando un toque original,
reemplazando el pionono por papa. ¿Por qué?...porque la papa es más nutritiva,
se puede saborizar a gusto de cada uno, es económica, y más allá de su aporte
calórico, siempre va a resultar una opción más liviana que la masa de pionono.
Yo decidí rellenarlo con rúcula y salmón, pero usando como base la mezcla de
papa que hace las veces de pionono, vos podés elegir tu relleno preferido. Para
la mezcla de papa, tenés que hervir 1 kilo de papas enteras y con cáscara.
Cuando están bien cocidas, las pelás, las pisás y condimentás con sal y
pimienta (podés agregar hierbas o
especias). Mezclás con ½ taza de aceite de oliva (o aceite común si no
te gusta el de oliva) y la disponés sobre 2 o 3 hojas de papel film.
Cubrís con
el relleno y con la ayuda del papel film lo enrollás presionando bien para que
no se rompa al cortarlo.
Terminás de envolver y conservás como mínimo 8 horas
en heladera antes de consumirlo.
Esta receta
es apta para celíacos, y si el relleno no lleva carnes o derivados de animales,
también es para veganos!
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miércoles, 10 de diciembre de 2014
Bocaditos de zapallo y verdeo
Esta vez
les propongo una idea fácil, sana y muuuy rica para incorporar verduras en
nuestro menú, como para contrarrestar la
sobredosis de comida y bebida típica de esta época de festejos. Saben que soy
fanática del zapallo, así que siempre hay un poco cocido en mi heladera, y
buscando la forma de aprovecharlo, se me ocurrió hacer estos bocaditos, que
resultaron un éxito, aún entre quienes no son muy devotos de dicha
“cucurbitácea”. Sólo tenés que mezclar 1
y ½ taza de puré de zapallo con 1 cebolla de verdeo picada, 3 huevos, 1 y ½
cdas. soperas de harina, 1 cdita de royal y 3 cdas. de aceite. Condimentar con
sal, pimienta, orégano y pimentón. Volcar en una placa o asadera lubricada y cocinar en horno moderado
hasta que se note firme (entre 20´ y 30´, probá con el palillo, no falla). Lo
dejás enfriar y los cortás en cuadraditos tamaño bocado. Son ideales para servir en una picada, o como
entrada acompañados por una rica ensalada. Sos celíaco???...reemplazá la harina
por fécula de maíz y disfrutalos tranquilo!
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jueves, 20 de noviembre de 2014
“Pseudo" mayonesas vegetales
Antes de
empezar con la receta propiamente dicha, debo aclarar el porqué de “pseudo”: la
salsa mayonesa (o mahonesa), según su receta original, se elabora con huevo,
aceite y jugo de limón, y justamente la idea en este caso es reemplazar el
huevo por algún vegetal, con lo cual no estaría bien llamarla simplemente
“mayonesa”. Si bien el huevo no es un alimento agresivo para la salud, muchas
personas deben evitar el consumo de yema por su contenido graso, y es por eso
que alguien tuvo la brillante idea de reemplazar el huevo por algún vegetal cremoso que le aportara sabor,
textura y color a un aderezo semejante a la mayonesa. A partir de esa idea,
podemos jugar con miles de combinaciones y olvidarnos de la idea de la mayonesa
original, simplemente crear un aderezo rico y vistoso para acompañar carnes,
ensaladas, sandwichs, etc…
Mi primera
versión fue de zapallo y palta. ¿Cómo la hice?, muy fácil: en un bol puse una
taza de puré de zapallo kabutia (puede ser calabaza, pero les va a quedar más
soso y aguado), ½ palta (es optativa), ½ diente de ajo, jugo de ½ limón, pizca
de sal y empecé a mixear, agregando de a poco aceite de oliva hasta que logré
una consistencia bien cremosa. Eso es todo!...
Otras combinaciones que hice y quedaron buenísimas:
-
Remolacha,
tahine (pasta de sésamo), jugo de limón y aceite de oliva
-
Zuchini
cocido, cebollas asadas, ajo y aceite de oliva
Importante!
-
Si
no te gusta el aceite de oliva lo podés reemplazar por girasol, maíz, uva o el
que más te guste.
-
La
cantidad de aceite es a gusto, pero no te excedas, si ves que te queda muy
espeso, no agregues demasiado aceite, alivianalo con un chorrito de agua.
-
A
diferencia de la mayonesa casera que tiene poca vida útil por el huevo crudo,
estos aderezos se conservan hasta una semana en perfecto estado, tapados y en
la heladera.
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