domingo, 25 de marzo de 2012

Chau, chau, arroz...

Para aquellos que no lo saben, les cuento  que por una leve afección del intestino, en mi dieta tengo bastante restringidas las harinas blancas y el arroz. Obviamente, de vez en cuando me doy un gusto (pizza, paella, etc…), pero en lo cotidiano trato de evitarlos. Fue así que, investigando un poco, hace unos años descubrí que el trigo candeal y la cebada perlada resultaban un reemplazo perfecto del arroz. Tienen un valor calórico similar pero aportan mucha más fibra y además son más sabrosos, nunca se pasan o se pegan durante la cocción, y pueden conservarse 4 o 5 días en la heladera sin apelmazarse. Para cocinarlos tenés que hidratarlos un par de horas en agua fría, cambiar el agua y llevar a hervor (con abundante agua) por 40 a 50 minutos (cuanto más tiempo de remojo, menos tiempo de cocción). Van a estar listos cuando los notes bien hinchados y al morderlos resulten tiernos. En ese momento, los colás y enjuagás para que queden bien sueltos los granos. Podés usarlos como guarnición, en ensaladas, postres, etc…De hecho en Italia existe un plato llamado “Orzotto”, que se hace igual que el risotto, pero con cebada en lugar de arroz (la diferencia está en el tiempo de cocción). Yo, hoy por hoy, aunque pudiera volver a elegir el arroz, no lo haría ni loca. En el restaurant donde trabajo, hace un año, incorporé en la carta una ensalada que lleva trigo candeal, entre otras cosas, y es un éxito total. ¿Dónde los comprás?, la cebada perlada en dietéticas y el trigo candeal también en algún supermercado (en COTO casi siempre hay). Ah!...y el precio es muy similar al del arroz.
Les dejo una foto de ambos, la más clarita es la cebada perlada.

domingo, 18 de marzo de 2012

Garbis, un grato redescubrimiento...

Llegó el fin de semana y, a la hora de la cena, el paladar nuevamente se inclinó por los sabores de medio oriente. Esta vez elegimos volver a “Garbis”, un clásico que, por ciertas razones de logística (nos cerraron la sucursal más cercana) y relación precio-calidad (en decadencia), habíamos dejado de lado por un tiempo. El restaurant tiene un menú a la carta y la opción libre que cuesta $120, más bebida. Como hace un par de años las críticas comenzaron a ser negativas, no quisimos arriesgar tanto el bolsillo y decidimos comprar comida para llevar, y así comprobar o refutar las opiniones ajenas, sin sacrificar medio sueldo en el intento. Afortunadamente nuestra experiencia resultó positiva. Si bien es verdad que algunos sabores están un tanto adaptados al gusto occidental, es indiscutible la presencia de las especias y su diferenciación en las distintas preparaciones. Pedimos una picada caliente ($89, para dos) que consta de: sarmá (hojas de parra y repollo rellenas de carne y arroz, muy ricas y abundante carne en el relleno), subbereg (capas de masa especial y queso, perfecto, suave y untuoso), moussaka (lasaña de berenjena, queso y tomate, acá la hacen  sin carne, deberían aclararlo, pero igual es muy sabrosa), keppe al horno (carne picada, trigo y especias, delicioso), brochette de ternerita molida (buenísimo, el sabor de la carne totalmente diferente al del keppe, acompañado de cebolla y tomate) y pilav a la armenia (arroz salteado con fideítos crocantes y manteca (nada especial, pero está bien como guarnición “neutra”).

A esto le agregamos un keppe a la parrilla ($33), es similar al keppe al horno, pero es redondo, y dos boreks (empanadas de masa philo y sésamo, $11 cada una), uno de queso y uno de espinaca, deliciosos y con mucho relleno.


Además de que nos encantó la comida, cabe destacar que la atención de la gente del sector de delivery es excelente (en la sucursal de Monroe, está en un local separado al lado del restaurant), el servicio es rápido y amable, y no escatiman en el “packaging” a la hora de envolver la comida. Por si esto fuera poco, mientras esperás tu pedido, tenés la oportunidad de ir “precalentando” el paladar con alguna delicia que te ofrecen, ayer en la mesita de degustación había tres pastas típicas con pan árabe y unas masitas dulces (que no pude evitar llevarme para el postre).


Esta sucursal queda en Monroe y 11 de Septiembre (4789-9300), y hay dos más, una en Lerma y Estado de Israel y la otra en Scalabrini Ortiz y Cerviño. Aceptan todas las tarjetas y tickets.
En la página web podés ver todos los detalles.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Crocantes de sésamo

Hoy se me ocurrió hacer las barritas de sésamo que ahora están tan de moda en todas las casas naturistas y dietéticas. Si no tuviste la oportunidad de probarlas, te cuento que son como un turrón crocante de sésamo y caramelo (miel en realidad), muy sabroso, y que, si bien no son bajas calorías, resultan una alternativa mucho más sana que cualquier barrita de cereal que se ofrece en el mercado. ¿Por qué?, simplemente porque sus ingredientes son totalmente naturales: semillas de sésamo, miel, y azúcar.
En primer tenés que tostar levemente 1 y ¾ tazas de semillas de sésamo blanco (con cuidado porque se queman muy fácilmente). Aparte, en una cacerolita, llevá a hervor ½ taza de miel con 1/3 taza de azúcar común. Pasado un minuto incorporá las semillas y empezá a mezclar con cuchara de madera. Al principio te va a parecer que no pasa nada, pero después de unos 5 o 10 minutos, la mezcla va a ir tomando un color caramelo y se va a tornar más densa. Tenés que mezclar un poquito más hasta que esté de color dorado. Lo volcás sobre una superficie untada con aceite (el mármol de tu mesada o una placa) y lo dejás enfriar. Cuando enfrió y endureció, lo retirás y lo conservás en envases herméticos (aunque no creo que te dure mucho porque es demasiado rico). Si querés cortar barritas para envolver, para regalo por ejemplo, lo hacés cuando todavía está tibio. Sirve para comer solo, como snack, para decorar postres o tortas. Y si lo picás y se lo agregás al yogur, nunca más vas a querer cereales…es un viaje de ida, te lo aseguro.