Ya desde mis primeros meses de vida podía observarse mi afición por la comida. No había mamadera ni papilla que me conforme, yo siempre quería más. Antes de cumplir un año en este mundo mi paladar ya se había deleitado con muchos y diversos manjares. A los seis años probé un auténtico Torrontés en Cafayate y es el día de hoy que no puedo olvidar su intenso sabor a uva.
Recuerdo las tardes en que me entretenía mirando el programa de “Chichita Derquiaga”, y cómo me gustaba acompañar a “la abuela Pilar” en la cocina, tratando siempre de meter un poco las manos en la masa. Ella, que llegó de su España natal en los comienzos de su juventud, tenía dos manos milagrosas que convertían todo ingrediente en un plato inigualable.
En mi dieta diaria nunca hubo lugar para la comida rápida o chatarra, y fue por eso tal vez, que con los años fui descubriendo la manera de recrear las mejores recetas y conocer otras nuevas, para que mi vida y la de los que me rodean siga invadida por esos aromas y sabores que hacen que cada día sea una “delicia”.
En el momento en que tuve que definir mi futuro profesional, era imposible imaginar el auge que tendría la gastronomía unos años más tarde y fue por eso que me recibí de Licenciada en Administración, aunque sin dejar de lado por completo mi verdadera vocación. Por mucho que tuviera que trabajar o estudiar, nunca me faltaba tiempo para mi momento “Sibarita”.Hice algunos cursos (Pastelería europea, Organización de eventos gastronómicos) y fui a cuanta exposición o seminario se me presentó en el camino. Leí libros, pasé horas navegando en la Web , descubriendo, creando, probando y disfrutando de las maravillas de la cocina y sus rituales. Hasta me gané un concurso por la originalidad de mis recetas, donde tuve el honor de conocer a Narda Lepes (en mi opinión, un gran referente de la cocina “internacional”). Aún recuerdo, cuando trabajaba en el microcentro, que he llegado a resignar mi hora de almuerzo para hacer una recorrida express por las grandes librerías, copiando o simplemente memorizando las recetas que me atraían de los grandes libros de gastronomía.
Finalmente, el “querer” venció al “deber” y fue así que decidí cambiar la laptop por las cacerolas. Me recibí de Profesional Gastronómico y comencé a trabajar en la cocina de un pequeño restaurant de mi barrio, donde estuve durante 4 años.
Actualmente me volqué hacia la docencia y el asesoramiento y es por eso que nunca me canso de investigar y buscar nuevas formas de innovar en la cocina, siempre procurando administrar los recursos (dinero, tiempo y espacio) de manera tal de poder disfrutar junto a los míos del placer de la buena mesa, ya sea como anfitriona o en algún lugar donde sepa que otros cocinan para mí con la misma pasión con que yo lo hago para los demás.
Actualmente me volqué hacia la docencia y el asesoramiento y es por eso que nunca me canso de investigar y buscar nuevas formas de innovar en la cocina, siempre procurando administrar los recursos (dinero, tiempo y espacio) de manera tal de poder disfrutar junto a los míos del placer de la buena mesa, ya sea como anfitriona o en algún lugar donde sepa que otros cocinan para mí con la misma pasión con que yo lo hago para los demás.
Podría pasar días enteros hablando sobre mi relación con la gastronomía, es por eso que decidí crear este espacio, para poder compartir este mundo con aquellos que aman tanto la cocina como yo, o quienes tienen curiosidad y no saben por donde empezar.
hermosa historia Pato!!!
ResponderEliminarme encanta el blog.
beso grande