miércoles, 31 de julio de 2013

Sabores del Edén, parte II, Jericoacoara


Y finalmente llegamos al “Edén”, Jericoacoara. Sé que éste es un espacio dedicado a la gastronomía, pero permítanme tomarme una pequeña licencia y contarles un poco a cerca de este increíble lugar, al que espero volver en un futuro no muy lejano.

 

 
 

Después de viajar unos 300 km.,  desde  Fortaleza hasta el pueblo de Jijoca, bajamos del micro para subirnos a una especie de “jardinera” (una camioneta abierta) que, después de un recorrido de una hora entre ripio, médanos y playa, nos dejó en Jericoacoara, una aldea de pescadores en la cual el tiempo parece haberse detenido hace siglos. No hay energía eléctrica en las calles, solo las luces de los negocios, que fueron construídos sobre la arena misma, con lo cual no es raro ver a un camarero o vendedor trabajar descalzo. Al estar muy cerquita del Ecuador hay 12 horas de sol y 12 de luna, amanece a las 5:45 y el sol comienza a caer a las 17:45, así que a las 6 de la tarde ya es de noche, lo cual hace que uno termine perdiendo la noción del tiempo. Eso, sumado al paisaje y la calidez de los lugareños, es más que suficiente para olvidarse de todo y sumergirse una especie de sueño de magia y aventuras del que uno no quiere despertar jamás.

Cuando hablo de “calidez” humana, me refiero a que, si bien la aldea está alejada totalmente de la “civilización”, y ellos podrían aprovecharse de eso para monopolizar precios y cobrar tarifas elevadas, no lo hacen, y además se preocupan porque uno se sienta como en casa. Todos saludan a todos, siempre están atentos a tus necesidades, ya sea que estés perdido o que estés buscando transporte para alguna excursión (ojo!, te lo ofrecen, pero no te cargosean). El ambiente es súper sano en todos los sentidos, hay muy pocos insectos, hace calor, pero no agobia, porque no hay humedad!!!....Y si de seguridad hablamos, es ideal, podés dejar tus cosas en la playa e irte a nadar al mar con plena tranquilidad, por las noches no vimos ningún sujeto extraño en situación sospechosa y la movida es bastante tranquila.  Conclusión, es un destino que tenés que agregar a tu itinerario, te juro que no te vas a arrepentir. Ah!...y cuando vayas no olvides ver la puesta de sol, ya sea desde la playa o sobre una duna, es un espectáculo inolvidable.

 

 
 
Ahora sí, llegó la hora de comer!   

Los platos son muy similares a los de Fortaleza, mucho pescado, marisco y pollo, preparado, de diferentes formas y todas con un toque de sabor especial.

Fuimos dos veces al restaurant “Sapao”, y las dos experiencias fueron excelentes. Las mesas son al aire libre y están iluminadas por velas. Todas las noches hay algún cantante que acompaña la cena con su música. La primera vez comimos pollo con queso catupiry. Eran trocitos de pollo salteados con verduras y gratinados con el queso que le aportó una cremosidad perfecta al plato. De guarnición una ensalada mixta, que de yapa trajo un montón de aceitunas. Tomamos dos latas de guaraná y gastamos R44, con propina y todo.
 

La segunda vez nos jugamos un poco más y comimos langosta, una grillada y otra con salsa blanca. Ambas divinas, la grillada con el punto de cocción justo y la otra, con una salsa riquísima, muuuuy sabrosa. Ese día tomamos cerveza y pagando derecho a show, gastamos R68.

 

Otra noche fuimos a Na Casa Dela, un restaurant hermoso, con muchos detalles y muy acogedor. Acá nos trajeron unas croquetas de mandioca como aperitivo, y unos “brigadeiros” (bombones de chocolate y leche condensada) de cortesía al pedir la cuenta. Es en el único lugar que hacen esa atención, por eso es que en ningún lado cobran cubierto. Comimos moqueca de raya, que es una preparación a base de cebolla, morrón, tomate, leche de coco y aceite de dendé, exquisita. En este caso no voy a poner foto de la comida porque salió muy movida, pero sí del lugar para que nos envidien un poquito.

También fuimos a “Marisol” un comedor familiar, menos turístico, pero no por ello de menor calidad. Esta fui la única vez que comimos carne vacuna. Pedimos “carne de sol”, que no es ni más ni menos que una carne que fue secada al sol y que luego se rehidrata y se cocina con alguna verdurita y/o salsa especial. En este caso, si bien la carne estaba muy rica, en mi opinión, la estrella de la mesa fue el “baião de dois” que sirvieron como acompañamiento. El baião normalmente consta de arroz y porotos, pero en este caso pudimos probar la versión más sofisticada que resultó deliciosa. El arroz y los porotos parecían estar cocinados juntos, y tenían trocitos de cebolla y pimiento verde, un poco de cilantro y queso derretido. Sé que suena raro pero les aseguro que no podía parar de comerlo, nunca imaginé que esa simple combinación pudiera ser tan pero tan rica. Esa noche gastamos R40 y no pudimos terminar el plato.

 

En la “Cantina Jeri” yo comí un róbalo grillado espectacular  por R17.

 

También comimos sandwichs y hamburguesas por un promedio de entre R11 y R12.
 

Un día almorzamos camarones con aceite y ajo por R12 el plato, con guarnición incluída.

 

Y algunas cosas dulces, súper abundantes y frescas, de R6 a R9.



 

 Aquí merece una mención aparte el Açaí na tigela. Para quienes nunca escucharon esto les cuento que el açaí es el fruto de una palmera de la zona del Amazonas que tiene muchas propiedades nutritivas y hace unos años que está bastante de moda para consumir en jugos, dulces, batidos, helados, etc… Cuando te ofrecen el Açaí Na tigela (que significa: açaí en tazón), están hablando de la pulpa del fruto congelada, que la procesan con jarabe de guaraná (para darle un poco de dulzor y cremosidad), acompañada por banana y granola. La verdad es que la fruta, a pesar de su color violáceo tan llamativo, en sí no tiene demasiado sabor, es un poco amaderado y de textura levemente astringente, pero mezclado con la banana, la granola y un poco de miel, resulta un poco más interesante y una opción más para un desayuno o almuerzo energético y saludable.


 
Si estás de paseo podés tentarte y comprar algo de fruta fresca en algún mercadito.
 
 

 

Para ir terminando hablemos un poco de la bebida. Al igual que en resto de Brasil, si de alcohol se trata,  lo que más se toma es cerveza y caipirinha. Cerveza hay en todos lados, barata y siempre helada. Para tomar caipirinha se puede optar por alguno de los puestitos de la playa, donde el vaso bien servido y con cachaça a elección sale R4, o darse una por el “Bar Dumundu”  y tomarse una “caipirão”, casi un litro de caipirinha, por R10. En este simpático, con barras sobre y banquitos sobre la vereda, te vas a encontrar con gente de todo el mundo (imagino que de ahí proviene el nombre) y si te animás con un par de idiomas seguro podés ternminar de gran charla con alguno de los personajes que lo frecuentan.

Podría estar días escribiendo sobre Jericoacoara, pero la realidad es nada alcanzaría para describir la sensación de paz y plenitud que te invade cuando estás en lugar así, solo les digo que traten de ir a conocerlo lo antes posible, antes de que el fanatismo de cierto tipo turismo irresponsable lo termine corrompiendo.

 

2 comentarios:

  1. ¡¡ MUY INTERESANTE TU BLOG ¡¡¡ TE FELICITO , DE A POCO LO RECORRERÉ TODO, BUSCABA LA DIFERENCIA ENTRE SALMÓN ROSADO Y BLANCO.
    SRA. ANA

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  2. Muchisimas gracias....muy interesante!

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